Sí amigos, sí. Por fin ha llegado el momento tan largamente esperado de estrenar esta sección en la que airearemos nuestra fobia a determinados restaurantes vigueses. ¿No os fastidia ir a cenar y que os hagan esperar una hora? ¿Que os sirvan un plato lleno de salsa y no os lo cambien cuando llegue el segundo? ¿Que os pongan vasos sucios? Aunque lo peor de lo peor es que te sirvan comida mal cocinada y se atrevan a cobrarte un buen pellizco por ella. Ahí va el primer restaurante que os recomendamos evitar como la peste.
La Crêp De la Crêp:
Ubicado en la calle Cervantes número seis, en pleno corazón de Churruca, su local me ha encantado durante muchos años. Cuando yo era niña era un mesón de mala muerte, y muchos años después siendo una universitaria juerguista lo descubrí reconvertido en bar de copas, con billar y un camarero te permitía fumar sustancias ilegales. Después de eso todos los negocios que han montado han estado relacionados con la comida: fue sidrería asturiana y después un restaurante. Ahora se promociona en su rótulo de entrada como crepería y ensaladería.
El local hace esquina, tiene paredes de piedra y una gran barra de madera donde tomarte una caña o una tapita. Aunque pequeñito, a mi siempre me ha parecido coqueto y acogedor. Después de unos arreglos que hicieron los anteriores inquilinos, los baños quedaron limpios y funcionales además de simpáticos. El tema de los baños es fundamental para mi en cualquier lugar de ocio, por eso siempre los valoro.
También disponen de una terraza en la acera, que al ser muy ancha en esa zona permite que sea agradable estar sentando fuera. Tienen tres o cuatro mesas, y unos barriles en la puerta principal donde un fumador puede sacar su consumición y echar un cigarrillo tranquilamente. Al César lo que es del César: el local me parece encantador. Es por eso que vuelvo una y otra vez a investigar el nuevo negocio que han montando. Pero ahí acaba todo lo positivo de La Crêp de la Crêp.
He encontrado varias referencias a este local en la red, imagino que redactadas por sus propietarias, e incluso se promocionan en la Guía Go! En ella definen su restaurante como "fresco, natural y artesano", especalizado en el tradicional y auténtico crêp bretón tanto salado como dulce. Añaden que tienen un amplia selección de ensaladas cuyos precios oscilan entre los 7,5 euros y los 9 "donde el argumento es la comida sana y la lechuga como base, con ingredientes como el melón, frutos del bosque..." blablabla ¿desde cuándo tienen las ensaladas un argumento? Vergüenza es lo que deberían tener estas señoritas afirmando que lo que prima en su negocio es lo "natural y artesano."
Marcos y yo acabamos en La Crêp una noche que estábamos por Churruca tomando unas cañas y nos apetecía cenar algo que no fuera ni una hamburguesa ni un kebab, casi las únicas opciones culinarias disponibles en la zona. Además queríamos algo relativamente rápido para poder volver con nuestros amigos. Al principio pensamos que los astros se habían alineado para que pudiéramos probar ese lugar, que reunía todos nuestros requisitos. Más que astros eran asteroides que se dirigían a nuestros estómagos.
Viendo la carta, que nos pareció escueta pero prometedora (ten mejor una carta pequeña y cuidada que enorme y descontrolada) decidimos tomar una ensalada y una crep salada, todo para compartir. La ensalada creo que era de lechuga, tomate, pollo a la brasa y queso camembert con picatostes. La crêp era de salmón ahumado, tomates cherry, espárragos, trigueros, setas y queso fresco, con alabahaca. Decidimos también tomar un par de copas de un albariño de la casa que no era para echar cohetes.
Un menú sencillo, ¿verdad? Además, no había demasiada gente. Pues para poder degustar estos manjares empleamos una hora y media. Por la ensalda, que estaba correcta pero no era ninguna maravilla no hicieron esperar unos veinte o veinticinco minutos, y nos impacientamos. Sin embargo, como nuestra camarera parecía maja y algo sobrepasada, achacamos la espera a que las dueñas eran nuevas en la hostelería. Nos lo tomamos con calma y nos dedicamos a nuestro vino, mientras comentábamos que nos parecía excesivo cobrar ocho euros por una ensalada con ingredientes tan corrientes y económicos.
Terminada la ensalda comenzó el auténtico calvario. Pasaban los minutos y no llegaba el segundo plato. Iba ya media hora de espera y servían antes a otras mesas que a nostros. Veíamos desfilar ensaldas y crêps rumbo hacia otros clientes que, nos dimos cuenta, debían llevar más tiempo aún que nosotros esperando. Cada vez le preguntábamos a la chica, nos decía que la cocina tenía muchos pedidos y que tuviéramos paciencia, que en seguida llegaría. Pero no era así en absoluto. De modo que volvimos a preguntarle hasta que confesó que nuestra crêp se había quemado y la estaban rehaciendo. Cuarenta minutos de espera, os recuerdo, después de haber comido la ensalda, por la que habíamos esperado ya veinte.
Rendidos, salimos a fumar un cigarrillo durante el cual llegó por fin nuestro plato. O mejor dicho, nuestra enorme decepción. La masa, cruda por algunos sitios y requemada por otros (pero, ¿no la habían "rehecho"? ¿Utilizaron partes de la anterior crêp? ¿Era una Frankeinscrêp, quizá?), no tenía el menor aspecto de ser casera o "artesana" como reza su publicidad. En cuanto al relleno, esa milonga de "fresco y natural", pues sería lo que cocinan sus abuelas o tías de Cuenca, porque los trigueros y setas eran más de bote que el rubio de Shakira y estaban demasiado cocidos. Para colmo, a algún torpe debió de caérsele medio bote de albahaca seca al intentar condimentar los ingredientes. Supongo, deseo y espero que fuese un accidente porque me resulta inconcebible que nadie que sepa un poco de cocina pueda intentar sazonar algo echando tal cantidad de hierbas secas.
Ni nos la acabamos, la verdad, y a mi me llegó a repugnar cada bocado. La chica nos ofreció tomar postre o café, cosa que naturalmente no hicimos, ya que estábamos frustrados y no nos apetecía esperar otros veinte minutos. Otra cosa que nos indignó fue que tras tanta espera y la escasa calidad de la cena ni se disculparon ni nos ofrecieron ninguna cortesía: un café o chupito a cuenta de la casa, que aunque hubiéramos rechazado habría aplacado un poco nuestros ánimos. Tampoco se les ocurrió convidarnos a la copa de vino que nos bebimos de más esperando el maldito amago de crêp. Me parece surrealista que tratando de abrirte un hueco en el mercado gastronómico de Vigo, no te percates de que esas pequeñas atenciones con el cliente, pueden ayudar a mejorar tu imagen. El precio de dos copitas de vino es desde luego mil veces menor que la impresión horrible que nos llevamos del restaurante y sus dueñas y que ahora compartimos con vosotros.
Por todo esto, cuatro copas de alabriño de la casa, una ensalada corrientita y una crep salada tuvieron la osadía, y nadie me quitará de la cabeza que fue una osadía y una canallada, de cobrarnos unos veintiún euros. Conozoco de sobra el precio de todos los ingredientes de los que estaba compuesta nuestra cena, y ellos ni su elaboración justificaban la minuta. ¡Y se demoraron en hacérnosla!
Gracias a dios que al esar ubicada La Crêp de la Crêp en Churruca, pudimos olvidar pronto el fiasco de la cena tomándonos unas copas con nuestros amigos en La Fiesta de los Maniquíes. Esta ventaja junto con el encanto del local, que ya he comentado, son las dos únicas virtudes que tiene la crepería y desde luego no por mérito propio. Así acaba nuestra primera crítica negativa... esperamos que la hayáis disfrutado mucho más que nosotros cenando.
Dos puntualizaciones.
ResponderEliminarCorrígeme si me equivoco pero el local no se llama la Creme de la Crepe. Supongo que ser más pretenciosos todavía.
Y más importante. Te has olvidado del asunto del pan. En ese restaurante "no sirven pan". Eso nos explicó la camarera, en lo que a todas luces parecía una excusa barata para ocultar otra pifiada hostelera. ¿En que clase de local no tienen pan?. Los chinos te ponen pan si se lo pides, a pesar de que su cocina no se acompaña con pan. Estamos hablando de una ensaladería. Eso sí la chica fué muy amable y me dijo que me conseguría un poco de pan tostado, del que usaban como picatoste en algunas ensaladas supongo. Me trajo tostadas Ortiz, de las que se pueden comprar en cualquier super. Vamos que el pan es tan natural como los trigueros de lata.
Para nada, my darling, el sito se llama La Crêp de la Crêp: http://hellogalicia.wordpress.com/2011/08/03/comer-restaurante-la-crep-dela-crep-cervantes-6-36201-vigo-pontevedra/ Un nombre sobre el que podría hacer tantísimas bromas crueles... Sin embargo, me había olvidado del asunto del pan-tostadas Ortiz. En la Crepería del Mar, Calle Real, sirven uno bastante decente y sus crêps dan mil vueltas a las de este sitio.
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