domingo, 29 de enero de 2012

Recetario (fin de semana)

MENÚ EXPRÉS DE DOMINGO.

Después de una noche de sábado que se ha alargado hasta altas horas de la madrugada, un domingo tranquilo de mantita, sofá y buena comida viendo algunos capítulos de tus series favoritas es el mejor plan.

El nuestro empezó con desayuno delicioso hecho por Marcos consistente en un huevo pasado por agua, café, zumo natural y un poco de bizcocho de chocolate. Aunque yo vagueé tranquilamente hasta la hora de comer, a él le tocó irse a una reunión informal de trabajo, de modo que aproveché para cocinar un almuerzo sencillo que resultó un éxito.

Entrante:

Sushi comprado (vale, vale, evidentemente este plato no lo cociné.) En el inevitable Alcampo venden unas bandejas de sushi que están muy bien. Las hay de diversos tamaños y a veces las más grandes están al 50% de su precio los fines de semana. Aprovechando el descuento Marcos compró una el sábado que traía ocho niguiris de salmón, dos de langostino, cuatro rodajas de hosomaki de salmón, dos de pepino y otras dos vegetales envueltas en semillas de sésamo. La bandeja trae palillos, salsa de soja, wasabi y jengibre, aunque nosotros solemos usar los nuestros.
No es tan sabroso como el que puedes tomar en un restaurante japonés, pero solemos disfrutarlo cuando lo comemos. Lo venden la sección de refigerados de la pescadería, y es interesante recordarlo porque por lo general el sushi que venden en las secciones de congelados de cualquier supermercado, es terrorífico. Refrigerados siempre.

Plato principal:

Consistió en pasta fresca rellena. Es habitual que la compremos para los fines de semana por lo sencilla y rápida que resulta de cocinar, y la cantidad de recetas que admite. Además, los tortellinis rellenos de cualquier marca te permiten jugar con gran variedad de sabores. En esta ocasión los escogimos rellenos de ricotta y espinaca, y de jamón. Aquí os dejo la receta:

TORTELLINI CON TOMATES CHERRY, MASCARPONE Y ALBAHACA

Ingredientes para cuatro personas:

-
250 gr de tortellinis rellenos de ricotta y espinaca
- 250 gr de tortellinis rellenos de jamón
- doce tomates cherry partidos en mitades o cuartos dependiendo de su tamaño
- 125 gr de queso mascarpone o ricotta. Lo importante es que sea cremoso. No me gusta usar Philadelphia porque su sabor es demasiado fuerte y enmascara el relleno de la pasta.
- cuatro hojas de albahaca fresca. Es importante que lo sea.
- un diente de ajo.
- media cebolla.
- aceite.
- sal.
- pimienta.
- queso feta para desgranarlo y espolvorearlo sobre la pasta. Si nos os gusta, cualquier otro queso que podáis rallar o que ya venga en polvo servirá. La mozzarela en virutas puede ser una alternativa genial.

Preparación:

Realmente sencilla. Empezaremos pelando y picando muy menudos el ajo y la cebolla, y partiendo los tomates cherry después de haberlos lavado bien. Podemos aprovechar para poner abundante agua con sal a hervir en un caldero alto.

También verteremos un par de generosas cucharadas de aceite en una sartén mediana, que pondremos a fuego medio. Cuando el aceite tome temperatura añadiremos el ajo, la cebolla y dos hojas de albahaca enteras para que aromaticen. Tras unos dos o tres minutos al fuego, añadiremos los tomates y dejaremos que vayan soltando su juguito. Si veis que las hojas de albahaca ya están pochas, podeis retirarlas y reemplazarlas o si preferís que vuestra salsa sólo tenga un ligero toque, dejadla así.

Cuando el agua hierva, echaremos nuestros toterllinis y bajaremos a fuego medio para dejarlos cocer los minutos que indique el fabricante. En nuestro caso fueron cuatro y la pasta quedó perfecta, al dente. Ese tiempo lo aproveché en rematar la salsa añadiéndole el mascarpone y ligándola bien, con lo adquirió un precioso tono rosado. Probad y rectificad de sal y pimienta para que esté a vuestro gusto.

A continuación escurriremos bien la pasta y la colocaremos en una fuente honda, aunque no demasiado. Repartiremos uniformemente la salsa por encima, espolvoreando el queso rallado o desgranado que hayamos escogido. A mi me parece que el feta encaja perfectamente con estos sabores. También picaremos una o dos hojas de albahaca fresca para decorar. ¡Ya estamos listos para llevar la pasta a la mesa!


Comentarios y sugerencias:

Poco más podemos decir a parte de que estaba delicioso. Lo bebimos con un tinto modesto, un ribera del duero llamado Mayor de Castilla, que era la primera vez que probábamos. Sin ser un vino memorable cumplió decentemente con la pasta. Os dejamos con una imagen del menú entero.



Esperamos haberos dado algunas ideas y ¡que os haya gustado tanto como a nosotros!

martes, 24 de enero de 2012

Reino Vegetal.

Este apartado especial sobre cocina vegana se lo dedicamos a nuestra querida amiga Irene, que siempre tiene problemas para encontrar restaurantes y bares donde poder picotear siguiendo su estilo de vida.

Ése fue el motivo de que la invitásemos a cenar un par de veces en casa, y nos diéramos cuenta de lo sencillo que es hacer aperitivos, cremas y platos fuertes adecuados a una dieta vegana estricta: nada de carne, pescado, maricos, lácteos (ni yogures, ni quesos, ni nata) ni huevos, a no ser que su procedencia casera garantice que las gallinas viven libremente.

Si vais a cenar a un restuarante vegetariano en seguida os percataréis de los elaborados y complicados platos con los que tratan de atraer a sus clientes no necesariamente veganos. Nosotros pensamos que si bien un toque exótico nunca viene mal, hay infinidad de platos tradicionales y fáciles de hacer que o bien son directamente 100% vegetales, o bien pueden serlo haciendo pequeñas modificaciones.

Aunque no seamos veganos, incorporar más legumbres y verduras a nuestra dieta semanal, es invertir en salud y calidad de vida. ¡Y delicioso!


CREMA DE ESPÁRRAGOS TRIGUEROS:

Ingredientes para 4 personas:

- Una cebolla
- Una zanahoria.
- Una patata grande.
- Un manojo de trigueros frescos, o un bote de trigueros en conserva.
- Aceite.
- Sal al gusto.
- Pimienta al gusto.

Preparación:

Esta dependerá de si los espárragos son frescos o en conserva.

Comenzaremos pelando la patata, la zanahoria y la cebolla, y a continuación las cortaremos en trozos medianos. Si lo espárragos fuesen frescos, los lavaríamos enérgicamente para después cortarles la parte blanca del final. Yo suelo trocearlos en tres.

En un calderito mediano y alto, echaremos un chorro generoso de aceite de oliva. Cuando esté caliente, agregaremos todos los ingredientes que hemos pelado, les echaremos la sal que nos guste y rehogaremos un par de minutos. A continuación cubriremos con agua y los dejaremos cocer a fuego fuerte durante unos veinticinco o treinta minutos, o lo necesario para que la verdura esté tierna.

Si los espárragos fuesen en conserva, dejaríamos cocer la patata la cebolla y la zanahoria, pero no los añadiríamos hasta pasados quince o veinte minutos de cocción (los tiempos dependen de la fuente de calor que uséis para cocinar). En cualquier caso echadlos cuando al resto de la verdura le falten unos diez minutitos para estar del todo lista. Si veis que os habéis quedado cortos de agua, podéis aprovechar la del bote de los espárragos que le añadirá un plus de sabor.

Una vez esté listo sólo hace falta triturarlo todo con una batidora en el propio caldero. Dadle tiempo, para no queden grumos y el resultado sea cremoso y homogéneo. Probad y rectificad de sal si hace falta, y añadid pimienta al gusto. De nuevo, si los espárragos son frescos tal vez os haga falta colarlo porque suelen quedar hebras.

Comentarios y sugerencias:

Se sirve bien caliente, y a mi me gusta tomarlo en cuenco. Si no sóis veganos podéis daros una alegría con un chorrito de nata para que lo suavice. Si lo sois, un chorro de aceite en crudo en vuestro cuenco también le dará un punto aún más sabroso. Cada comensal puede moler más pimienta si le apetece.

Ahora en invierno, es un plato fabuloso tanto a mediodía como para la cena, y según mi experiencia les gusta bastante a los niños pequeños, en especial si lleva ese famoso chorrito de nata. Con unos picatostes también es un éxito seguro.

¡A disfrutar de la cuchara, que estamos en temporada!

lunes, 23 de enero de 2012

La hora del cóctel.

Mad Men, Pan Am, The hour... Últimamente tanto la tele como el cine están envueltos de un aire retro que me da nostalgia. Me entran ganas de usar ceñidas faldas de tubo, stilletos, pintarme los labios de rojo inglés y sentarme a tomar un buen combinado.

Aunque no es nada nuevo porque ya hay bastantes lugares en Vigo donde tomarlos, como El Uno Está, el Grettel o casi cualquier pub, Mr Plaza y yo hemos recuperado la hora del cóctel. Lo bueno de este concepto es que la hora del cóctel puede ser la que tú quieras y con la comodidad de montarla en tu salón. La una de la tarde en plan aperitivo, después de trabajar, antes o después de la cena, cualquier momento es bueno.

Así que, en homenaje a más de dos años celebrándola en pareja, inauguramos la sección con un clásico de clásicos que actualmente levanta pasiones entre los gafapastas más pedorros. Pero antes de ese estelar momento...

Consideraciones previas:

- El objetivo es disfrutar de la copa y la compañía, no ir de botellón.

- Es muy deseable (lógicamente) tener una coctelera. Las puedes encontrar en tiendas de regalos, Pórtico Básico o incluso en un chino. Busca la tuya y no te obsesiones con la capacidad que tenga, recuerda que puedes hacer tantas tandas de cóctel como tus invitados quieran.

- Necesitarás también una cubitera para hacer el hielo en tu congelador, o tener bolsas de hielo de las que venden en un súper. Parece algo obvio pero nunca se sabe. Un cóctel sin hielo... en fin. No comments.

- Finalmente, también es indispensable algo con lo que picar el susodicho hielo, ya que muchas recetas lo piden. Mr Plaza y yo tenemos por casualidad un aparato específico para tal fin, además de nuestro vaso batidor, en el que hacemos algunos combinados directamente. Sin embargo al final, lo más cómodo y efectivo es un martillo de toda la vida. Se envuelve el hielo en un paño, se coloca éste sobre una tabla de cortar y se golpea hasta obtener la textura que queramos.


GIN TONIC.

Hay toda una subcultura por ahí en torno a los gin tonics. Un mundo lleno de expertos que discuten sobre los aromas de las ginebras, las burbujas de las tónicas, el vaso más apropiado para servirlos, apasionados debates sobre si echarles pepino o granos de café para acentuar el sabor...
Nosotros somos más campechanos, como el rey en sus buenos tiempos.

Ingredientes:

-
2 cl de ginebra si se sirve de aperitivo antes de comer, vamos, lo que es un chorrito. Son 5 cl si es a partir de las cuatro de la tarde (un chorrito un poco más largo) y lo que te pida el cuerpo a partir de las 11 de la noche. Tú mismo. Desde aquí te animamos a beber responsablemente (ejem, ejem) aunque eso sí, la ginebra ha de estar en el congelador bien fresquita. Basándonos en la calidad-precio, nosotros bebemos Tanqueray.

-Tónica: igual es un poco pedante esto que voy a decir, pero la Nordic Mist NO es tónica. Para eso, es mejor beberse la ginebra a palo seco tipo Reina Madre de Inglaterra que además llegó a vivir casi cien años. Después de muchos experimentos, algunos que incluyeron gastarnos 4 euros en una botella de tónica (que estaba estupenda) recomendamos fervientemente la marca blanca de cómo no, Alcampo, que no es tan carbonatada como la típica Schweppes. Sin embargo, como es nada glamourosa igual te miran con condescendencia.

- Cítricos: aquí ya no somos tan puristas. Lima o limón, a tu antojo. Se usa la cáscara, porque al parecer la quinina de la tónica reacciona negativamente con el zumo del limón y pierde sus propiedades burbujeantes. Sin embargo, como somos chicos malos, a veces le echamos al gin tonic un chorrito de zumo de lima embotellado. Vivimos peligrosamente.

- Hielo. En esta ocasión no es apropiado picarlo, igual aparece un experto en gin tonics y os mata. Por ello, es mejor usar hielo caserito, para que tenga un tamaño inferior al de pelota de tenis de los hielos de supermercado. Ojo, no vayáis poner el hielo al lado de la merluza congelada o de esas gambas que reserváis para un revuelto, que pilla olores. Y entonces aparece otro experto en gin tonics y os vuelve a matar.

Preparación:

Es bastante sencillo hacer un gin tonic en contra de lo que puedan hacernos pensar esos especialistas de la coctelería que hacen exhibiciones, los manuales de cócteles y demás fuentes oficiales que se ocupan del tema. En esta ocasión aún no necesitaremos ni coctelera ni martillo o accesorio picador.

Escogemos una copa o vaso ancho (¡muerte al vaso de tubo!) y echamos en ella una cantidad apropiada de hielo, que vendrá dada por las dimensiones de la misma. Cuatro o cinco cubitos, si no son muy grandes. Es entonces cuando echamos las cantidades de ginebra que hemos citado antes.

A continuación partimos una tira de la cáscara de la lima o el limón (con un poquito de la parte blanca, pero sin llegar a la pulpa) y con ella acariciamos brevemente los hielos para que se impregen del olor. Cortamos otro trocito de la corteza, esta vez sin parte blanca que amarga al paladar y, la introducimos sin miramientos en la copa para terminar regándola con la tónica. ¡Ya has concluído con éxito el ritual de hacer un buen gin tonic!

Observaciones y comentarios:

Es al final de la preparación cuando nosotros, en especial si no tenemos limones, ni limas frescas, ni ganas de curránoslo tanto, cometemos el horripilante crimen de echar un chorro de zumo de lima embotellado.

En cuanto al debate de pepino sí, pepino no, qué puedo decir. Como a vosotros os guste. Sin embargo me gustaría indicar que si echas el pepino, es mejor pasar de dejar dentro de la copa corteza de limón a modo decorativo. Personalmente creo que va mejor durante la época de calor.

Si eres de esos raros especímenes que tienen limones y además limas en su furtero, puedes jugar con los colores y decorar con un trocito de la piel de ambas.

Sugerencias gastonómicas:

Si vais a servir este cóctel antes de alguna comida principal (almuerzo o cena) creo que un poco de salmón ahumado o unas anchoas serían perfectos. Sobre tostaditas con un toque de mantequilla y un poco de cebollino encima, no se porqué, pero me pega. Quizá algo de queso de rulo de cabra podría irle bien, y por favor, bicoteemos los frutos secos. Unos palitos de zanahoria y pepino para mojar en un aliño de salsa de soja y limón, seguro que triunfan ¿Aceitunas? No es el momento, son las compañeras inseparables de Mr Martini. Meditadlo un rato, seguro que se os ocurre un aperitivo perfecto.


Fondo de Despensa.

Productos que me apasionan y sin los que no podría vivir... y que nunca faltan en mi despensa ni en la de Marcos. A veces llegamos al absurdo de tenerlos por triplicado: en mi casa, en la suya y en Villaperritos (lástima que ellos no sepan cocinar.)

Hoy nos ocuparemos de un básico del que soy una entregada fan y que descubrí cuando era una incompetente para cocinar arroz, cosa que por suerte terminé solucionando. Sin embargo, este producto sobrevivió a mi aprendizaje y me sigue sacando de más de un apuro.

LA CIGALA SALVAJE. 5 BOLSITAS DE COCCIÓN.

Presentación:

Se vende en un paquetito de 500 gramos. En su interior encuentras cinco bolsitas para cocción con unos 100 gr cada una. En la parte de detrás trae las instrucciones para su prepración a prueba de tontos.

Descripción del producto y observaciones:

Evidentemente no es todo arroz salvaje, sino una mezcla que se compone de tres cuartas partes de grano alargado y normal, en tanto que el porcentaje restante es de auténtico arroz salvaje (esa variedad que es oscura.) Con todo encuentro que la proporción es muy acertada, agradable tanto a la vista como al paladar. Marcos no es muy amigo de este tipo de productos, a los que mira con prejuicios y recelo. En cambio éste ha pasado su test de exigencias.

Instrucciones:

Para cocinar estas bolsitas son necesarios 25 minutos de cocción, a partir de que el agua rompa a hervir. Si tienes inducción no hay problema, pero para los que vivimos en un mundo tecnológico retrasado, sugiero que si vais mal de tiempo pongais al fogón el agua ya caliente del grifo. El fabricante recomienda dos vasos y medio de agua por cada bolsita (yo lo hago a ojo, la verdad), sal al gusto y un chorro de aceite o mantequilla. Creo que queda más suelto y sabroso con aceite, además de ser más sano.

A continuación, sueltas la bolsa cuando el agua hierva, esperas a que pasen los dichosos veinticinco minutos y entonces la retiras con unas pinzas o una espumadera. El fabricante no dice nada en sus intrucciones para doomies, pero claro, la bolsita sale caliente que te cagas, como podéis imaginar. Agitadla con las pinzas sobre el fregadero para que escurra bien, y tened cuidado con el vapor al abrir la bolsa. ¡Y con vuestros dedos! Esperad mejor unos minutos a que temple ante de cortarla con unas tijeras para abrirla.

Y poco más, ya tenéis una guarnición estupenda, sana y económica porque creo que el precio no llega a dos euros.

Por qué nos gusta:

-Es sabroso.
-No es necesario vigilar el arroz para que no se queme ni se pase.
-Puedes emplear ese tiempo en hacer el plato al que acompañará.
-Es muy agradecido para presentar. Bien servido en una fuente o directamente emplatado, queda precioso y, armoniza con muchas recetas.
-Quedas bien si tienes invitados. Por alguna razón, la gente a la que se lo servimos no lo había comido antes.

Sugerencias:

Como ya hemos dicho, queda genial con muchas recetas. Suelo servirlo como guarnición de pollo cocinado de mil maneras, de magret de pato, salmón, atún, verduras... Podéis usarlo para hacer una ensalada distinta de la clásica de arroz blanco. Tampoco quedaría mal con ternera o cerdo, aunque no se si lo he usado para esto. Puede ir genial también con verduras, salsa de soja y gambas en plan wok, eso sí, ni se os ocurra echarle colorante o algo parecido porque pierde todo el encanto. En cambio, como compañero de un buen curry sí lo veo.

Sed atrevidos, ¡seguro que acertaréis!

domingo, 22 de enero de 2012

Recetario.

Como bien podéis suponer por el título, esto va de recetas. Más o menos elaboradas, con ingredientes simples o difíciles de encontrar, innovadoras o tradicionales, ligeras o contundentes, calóricas o saludables... Cualquier plato que nos conquiste por su originalidad y sabor, merece la difusión de su receta y que vuestros paladares le den una oportunidad.

Y antes de entrar en materia tengo que hablar de mi sitio favorito para hacer las compras, mi meca gourmet low coast, que visito semana tras semana y no me decepciona. Y ese sitio es el Alcampo de la Avenida de Madrid, algo más completo que el de Coia por alguna razón que escapa a mi entedimiento. Tienen productos difíciles de encontrar: leche de coco, salsa de soja baja en sodio (para alegría de Sheldon Cooper) amén de una buena selección de marcas y tipos, noodles, algas gallegas de diferentes variedades embolsadas y listas para añadir a cualquier revuelto, zumo de lima auténtica exprimido y prácticamente embotellado (para aliños, salsas, cócteles...) huevas de erizo, impresionante selección de ahumados, carpaccio de salmón elaborado por los propios pescaderos, entrecots de novillo irlandés, jabalí, ciervo, perdices evisceradas...Y todo a muy buen precio como ya he comentado.

Y esto, viene a propósito de los ingredientes de la receta que os propongo hoy:


ENSALADA DE BOGAVANTE Y NUECES.

Ingredientes para cuatro personas:

- 1 bogavante previamente cocido, de entre 200 y 3000 gr.
- ocho o diez tomates cherry, preferiblemente de colores distintos.
- un 1/4 ó 1/2 cebolla (mejor si es dulce)
- un puñado de nueces (se pueden sustituir por piñones u otro fruto seco que os guste)
- media bolsa de brotes de espinaca (sirve la rúcula, berros, canónigos, lechuga de cualquier tipo o esas bolsas de combinados de brotes para ensalada)
- aceite de oliva (preferiblemente virgen)
- un chorro de limón o lima
- pimienta
- dos o tres cucharadas de mostaza (al gusto, en realidad). La antigua o la de Dijon, las mejores.

Este el motivo de que hablase de Alcampo. Allí encontramos el bogavante ya cocido, perfectamente envuelto en una bandeja y a un precio irrisorio (creo que dos o tres euros), al igual que la bolsa de brotes de espinaca y las bandejitas con tomates cherry de diferentes formas y colores, así como la cebolla dulce.


Preparación:

Empezaremos pelando bien el bogavante. En mi caso, como lo compré ya cocido, no usé la cáscara para hacer un fumet de base para otros platos. Lo esencial es aprovechar muy bien toda la carne que haya en su interior, sin olvidar la de las pinzas. No os preocupéis mucho por no romper la carne del bogavante, porque lo que haremos será desmenuzarla en trozos no muy grandes, pero fáciles de coger con el tenedor. Reservad la parte de la cabeza, que suele contener coralitos.

Continuamos pelando los ingredientes que lo necesitan, las nueces y la cebolla. En una situación ideal yo hubiese echado cebolla dulce, que es un poco más suave que la normal y me parece perfecta para ensaladas. Como en ese momento no disponía de esta variedad, troceé en juliana la que había y la dejé un ratito en un vaso de agua bien fría con un chorro potente de vinagre. Conserva su sabor pero la suaviza bastante y hace que repita menos.

Después de esto, procedemos a lavar bien los tomates y las espinacas y a escurrirlos a conciencia. Partimos los tomates por la mitad y, disponemos los brotes ya secos en un bol de ensalada (para esta en concreto os recomendaría una ensaladera alargada con una profundidad media.) Sobre las espinacas colocaremos los tomates y la cebolla en juliana y, a su vez, sobre éstos el bogavante bien extendido. A continuación, las nuceces.

El último paso es el aliño. Lo más cómodo y adecuado para este caso, es usar un pequeño bote de mermelada u otra salsa que ya no utilicemos y que esté muy limpito. En él echaremos todos los corales de ese precioso color rojo que podamos extraer de la cabeza del bogavante, y añadiremos abundante aceite de oliva. Con una cuchara, iremos revemoviendo para ligarlos bien. Cuando empiecen a integrar una salsa añadiremos la mostaza, la pimienta y tanto zumo de limón como nos guste. Podemos ir probando de vez en cuando para encontrar la proporción que nos apetezca. Después de esto taparemos el bote y lo agitaremos enérgicamente medio minuto o lo que sea necesario para que quede homogéneo. Recordemos que es un aliño, por tanto debe ser líquido y untuoso y no espeso ni compacto. El sentido común y nuestro paladar nos avisarán de en qué momento está listo.

Para acabar, unos minutos antes de que vayamos a comernos la ensalda, le agregaremos el aliño repartiéndolo bien por todo el recipiente, de la manera más uniforme que podamos. ¡Y listo!


Comentarios y sugerencias:

Ahora que estamos en temporada de marisco pero sin la locura de los precios navideños, es un momento perfecto para disfrutarlo y más aún de maneras poco convencionales, como esta ensaladita. Y es que aunque en Estados Unidos y el norte de Europa la mostaza, junto con la mantequilla, es un compañero clásico de ciertos mariscos, aquí en España y especialmente en Galicia los preferimos con mayonesa, salsa rosa o directamente sin aderezo. En su justa medida realza el sabor y es deliciosa. Aprovechar los corales del bogavante para el aliño es un punto extra de sabor, y las nueces además le dan un toque crujiente, inesperado en los platos que llevan marisco.

Naturalmente, podéis modificar las cantidades atendiendo a vuestras necesidades o preferencias; en nuestro caso supuso un entrante ligerito que ni siquiera habíamos planificado, para una comida de cinco personas. No fue mucha cantidad pero tampoco nos quedamos cortos. También podéis emplear otros mariscos en sustitución del bogavante: langosta (las que venden congeladas no están mal de precio) cigalas o langostinos e incluso gambas, teniendo en cuenta eso sí, que con estos últimos no podréis usar los corales en la vinagreta, que en mi opinión marca la diferencia en la ensadala. En resumen, que a vuestro aire.

Por otra parte, el maridaje que os proponemos es un alvariño fresquito pero, eso sí, no os paséis con el frío: sacadlo por lo menos cinco minutitos antes de beberlo. La gente abusa del frío en los vinos y muchas veces les mata el sabor. Nuestros favoritos, el clásico Valtea (ocho euros en Alcampo, como no) o el Abadía de San Campio, aunque ahora se han subido a la parra y está casi a diez.

¡Que lo disfrutéis!


miércoles, 18 de enero de 2012

Restaurantes In, restaurantes Out.

Hace mucho, mucho tiempo que Mr Plaza y yo hablamos de tener un blog para comentar las cosas interesantes con las que nos vamos encontrando porque somos los más cool.

En fin, sarcasmos a parte, pensamos que por lo menos, para opinar sobre comida y restaurantes sí que tenemos buen criterio y gusto. Justamente por eso hemos decido crear dos secciones llamadas "Los restaurantes que más molan" y "Restaurantes detestables" (esta sin acritud, ¿eh?) Procedemos a la inauguración de la primera.


LOS RESTAURANTES QUE MÁS MOLAN.
En esta categoría tan simplona, englobamos nuestros restaurantes favoritos empleando para su evaluación diferentes criterios: calidad-precio, disponibilidad y calidad del menú del día, originalidad de la carta, qué nos parecen los vinos que ofrecen, decoración, trato y eficiencia del servicio, además de la zona en la que se encuentran y sus posibilidades de ocio.

Se Fini:

Un sitio perfecto por muchas razones. La mayoría de los que nos conocéis, estaréis hartos de oir nuestras alabanzas constantes y cansinas. Nuestra historia con el restaurante es larga, y nos vuelven locos no sólo sus platos sino su actual ubicación en el Casco Vello. En el número 10 de la Calle Real (un poco antes del Uno Está, antiguo Casa Grande), a tiro de piedra de la Concatedral, Rúa Cesteiros y por lo tanto de la Plaza de la Constitución. De modo que tanto si trabajas por el centro, te vas de compras a Príncipe, o te apetece salir a tomar una copa y quieres cenar fuera, es una zona estupenda.

El local es amplio y cómodo, con mesas espaciosas y unos baños im-pe-ca-bles. En el de chicos la que os escribe no ha entrado, pero en el de señoras (además de estar inmaculado), la dueña siempre deja como atención a sus clientas una colonia suave con aromas cítricos y una cestita con algodoncillos, quitaesmaltes, lacas de uñas de colores, perfiladores de labios y productos de higiene íntma. Vamos, que te salva de más de un apuro.
Continuando con el local, tienen una miniterracita encantadora al fondo con mesitas diminutas y taburetes altos donde tomarte una caña y echar un cigarrillo, desde la que bajan unas escaleras que desembocan en su partio interior. Aunque pequeñito, es muy coqueto y estupendo para cenar o comer cuando llegan la primavera y el verano. También tienen una repisa de madera en la pared exterior, al lado de la puerta de entrada donde puedes tomarte un vino sin necesidad de estar en el interior.

Y yendo ya a temas culianarios, el Se Fini es la bomba. Primero, porque con cada consumición que hagas (una caña, un vino, un refresco) te invitan a una tapita de cortesía que muchas veces es una versión reducida de sus entrantes en carta. Siempre originales y en muchos casos recién hechas. Segundo, porque su menú del día es estupendo y muy abundante; la comida depende un poco de mercado, aunque como pasa con las tapas de cortesía de vez en cuando te topas con platos de carta. La última vez que estuvimos nos pusieron de primero un contudente plato sopero de crema de verduras y de segundo un filete a la brasa que se deshacía como mantequilla, acompañado de sus patatitas y una ensalada agridulce. Incluída va la bebida (si pides agua te ponen una botella grande), pan y postre o café. Creo que ronda los ocho-nueve euros, y si la memoria no me falla tienes la opción de tomarte solo un plato por cinco euros (que en muchos casos, es más que suficiente)

En carta hay entrantes como ensaladas (me temo que ninguna apta para veganos), tostas (de solomillo de cerdo con brie, de salmón con salsa tártara, de foie y pato, de hummus, de chistorra envuelta en una delicada espiral de patata...) El precio suele rondar los dos euros. Nuestros entrantes favoritos son los carpaccios (carne o pescado crudos, loncheados muy finamente y con algún aliño que los marina y los "cocina" un poco, de modo que si no te va lo crudo o los sabores potentes mejor pasa del tema). Los hay de ternera (con aceite, pimienta, sal, limón y parmesano rallado) y de cigalas o carabineros según disponibilidad, nuestro favorito, aliñado también con aceite, sal, pimienta, limón y... caviar de erizo. Fantástico. Gloria Bendita. Viviría sólo de carpaccio de cigalas si pudiera.

En los platos fuertes hay un poco de todo. Recuerdo con especial cariño las lágrimas de pollo a la mostaza con arroz basmati, los bocaditos de solomillo con foie, las brochetas tanto de carne como de pescado (creo que la de pescado es de rape y vieiras). También tienen una lasaña correctísima.

En cuanto a postres, destaco sin duda la crema de lima y la tarta de chocolate casera que se hacen dignas de cortarte encargando platos para dejarles un huequecillo. Con un café y un chupito, si es que vas de cenita y te permites una alegría constituyen un final de diez.

Lo cierto es que no domino mucho el tema de vinos de este restaurante por que la primera vez que fuimos pedimos el blanco de la casa (ocho euros la botella) y con él nos hemos quedado nosotros, y todos los amigos que hemos llevado. Es fácil de beber, suave, arómatico, tiene un color dorado precioso y no deja mala resaca (fijáos que caché tengo como enóloga). Recuerdo haber pedido en alguna ocasión ribera del duero, y haber quedado satisfecha, pero ni idea del nombre. Con todo, sospecho que la carta de vinos es completa.

Llegamos ya casi a la recta final, comentando que otra cosa que hace a este sitio guay son los menús especiales para grupos. Aparecen en la carta, y los hay de varios precios, creo que a partir de menos de veinte euros. Nunca he tenido la oportunidad de encargarlos, pero dicen que merecen la pena. Siguiendo con el tema precio, Mr Plaza y yo solemos gastarnos sobre 20 euros por persona si vamos a cenar, sin cortarnos de nada. Dos entrantes, dos platos principales, botella de vino, dos postres, dos cafés... y algún chupito.

Opciones de ocio:
En el Casco Vello siempre las hay. Uno puede tomarse una caña en locales como el Grettel, el Pasillo o el Bar Princesa. O vino en el Picadillo, Lume de Carozo, A curuxa... Si lo que buscas son locales en los que tomar una copa, de nuevo vuelven a servirlo en todos los bares de Plaza de la Constitución. O puedes tomarte un cóctel de cinco euros en el Uno Está. O copas a buen precio en el Porrón, la Barrica u otros pubs de la Calle Real y paralelas. Tú escoges.

En resumen... si no habéis ido aún ¿qué demonios hacéis leyéndonos?