martes, 21 de febrero de 2012

Fondo de despensa.

En esta ocasión hablaremos de un producto que es un básico a medias. Tiene que gustarle a uno la gastronomía japonesa para animarse a comprarlo y llevárselo a vivir a su nevera, aunque lo cierto que es el Sr Plaza y yo hemos acabado sacándole más partido del que habíamos pensado. Así que señoras y señores, con todos ustedes:

WASABI PASTE BLUE DRAGON.

Presentación:

Los productos de la marca Blue Dragon tienen todos una cajita bastante similar, que podéis apreciar en la fotografía. En este caso, es estrecha y alargada, con su característico dragón azul arriba. Los ingredientes vienen en la parte trasera de la caja en varios idiomas (el español es el último.) En los laterales están escritas las sugerencias de la marca para disfrutar del wasabi, a modo de instrucciones orientativas, también en distintas lenguas.



Al abrir la caja encontramos la pasta de wasabi en un tubo de color verde con tapón a juego que contiene unos 45 gramos. Se trata de un formato muy práctico para servir y dosificar, es como si fuese un tubo de pasta de dientes o de pintura. Se puede guardar en cualquier rinconcito de la nervera y al ser tan llamativo nunca pasa desapercibido.





Descripción del producto y observaciones:

El wasabi es un condimiento japonés que se extrae de la raiz de una planta de igual nombre, de la familia del rábano y la mostaza. Su sabor es muy potente y picante, y produce cierta sensación de ardor en las fosas nasales. Históricamente los japoneses usaban la raiz para envolver pescados crudos por su propiedades antibacterianas, aunque fue evolucionando hasta derivar en el producto del que hoy hablamos, que tiene fines de decorativos y realza el sabor de ciertos platos, especialmente el sushi.

La pasta de wasabi que se comercializa en Japón y todo el mundo, como esta que nos ocupa, es un sucedáneo del wasabi elaborado con rábano picante al que se le añade colorante verde. El wasabi auténtico se ralla y se le añade agua justo antes de ir a consumirlo.


Esta marca en concreto tiene como otros ingredientes sal, aceite de salvado de arroz, extracto de mostaza, cúrcuma, reguladores de acidez y estabilizantes. Para nosotros la Blue Dragon tiene el punto perfecto de picante y sabor, pero al parecer existen diferentes tipos de pasta en función del grado de pontencia del rábano picante y su proporción.

Instruccciones:

Para condimentar de manera clásica el sushi, el fabricante sugiere mezclar en tu cuenquito media cucharadita de wasabi por cada 50 mililitros de salsa de soja, y si a uno le agrada, ir añadiendo más poquito a poco hasta encontrar la proporción que prefiramos. Nosotros no somos tan finos, lo hacemos un poco al tuntun.

También ponemos muchas veces el wasabi directamente sobre la pieza de sushi, como si untáramos mantequilla, o sobre el sashimi. Si sabes hacer tu propio sushi, otra recomedación del fabricante para el sushi maki es que coloques una puntita de pasta en el centro del arroz antes de añadir el relleno.

Por qué nos gusta:

- La calidad le da mil vueltas a la del wasabi que incluyen las bandejas refigeradas de sushi.
- Su precio, unos 2,95 euros.
- Los múltiples usos que le hemos ido descubriendo.
- A mi me ha llegado a descongestionar ligeramente la nariz cuando estoy resfriada.

Comentarios y sugerencias:

A pesar de ser el compañero inseparable del sushi, puedes invitar al wasabi a otras fiestas. A veces añadimos una puntita cuando queremos hacer un aliño diferente para una ensalada. También se lo hemos agregado alguna salsa sosita para pasta. En otras ocasiones Marcos se lo hecha al arroz cocido en blanco, o lo usamos como aderezo para algunas carnes frías en lugaz de mostaza. Para los woks también es un ingrediente sustancioso, sin ese picor persistente de las guindillas o los chiles. Nuestro uso favorito es el de la mayonesa de wasabi: echamos un poquito en mayonesa casera o de bote, mezclamos bien y obtenemos una variedad muy resultona que suele triunfar para hacer aperitivos o acompañar maricos como los langostinos.

Podéis comprar esta marca en el supermercado del Corte Inglés o Carrefour, en ambos sitios en el pasillo dedicado las salsas y condimentos. No estoy segura, pero creo que cuesta más barato en Carrefour.

lunes, 20 de febrero de 2012

Recetario.

POLLO MARINADO.

Ingredientes para cuatro personas:

- ocho filetes de pechuga de pollo.
- aceite de oliva
- zumo de limón
- vino blanco
- perejil fresco
- cualquier otra hierba fresca: cebollino, romero, albahaca... no recomiendo el estragón, pero al gusto de cada cual.
- dos dientes de ajo pequeñitos.
- sal
- pimienta

Preparación:

Hay que tener en cuenta lo que supone marinar cualquier carne, pescado o verdura. Como mínimo, para que adquiera bien todo el sabor que pretendemos, hay que dejar en este caso el pollo, unas dos horas en el marinado. Incluso podéis dejarlo desde la noche anterior en la nevera, por supuesto.

Preparar el marinado es sencillo: cortamos bien el perejil y el cebollino, exprimimos medio limón y nos aseguramos de tener a mano el resto de los ingredientes, la sal, la pimienta, el vino blanco y el ajo. Respecto a este último, también debemos trocearlo. Para ello pelaremos los dos dientes de ajo y los partiremos por la mitad. Así es más fácil ver esa pequeña veta que los atraviesa, que es el corazón. Con el cuchillo lo extraemos de cada una de las mitades y así nos aseguramos de no repita, pero convervamos su sabor.

Una vez hecho esto, nos ocupamos de los filetes de pollo. Si tenéis las pechugas enteras, tendréis que filetearlo, en cambio si los compráis ya fileteados la operación se simplifica aún más si es eso posible. A mi me gusta limpiarles toda la grasilla posible, pero si no es vuestro caso es otro paso que os podéis saltar.

Escogemos un bol grande y hondo, y colocamos en él los filetes de pollo, para después regarlos con aciete de olvida. Un chorro generoso, largo, que los bañe muy bien para que queden brillantes. Añadiremos a continuación el zumo de limón, un chorro abundante de vino de blanco y agregaremos las hierbas y el ajo picados. El último paso es salpimentarlo todo al gusto y removerlo todo bien, para que esté bien mezclado y los filetes vayan empapándose de todos los ingredientes. Cerramos con papel transparente.

Si sólo van a pasar un par de horas desde este momento hasta la de cocinarlos, lo suelo dejar fuera, en especial en invierno. Si va a ser toda la noche, metedlo en la nevera, que nunca se sabe.

El marinaje hace que las carnes además de absorber el sabor, queden más tiernas y jugosas. De esto modo, unas pechugas de pollo que a la plancha suelen quedar muy muy sequitas se transforman en un bocado sabrosísimo. Porque así es como se cocinan, a la plancha, después de haberlas escurrido bien escurriditas y de poner unas gotitas de aceite en la propia plancha o la sartén. Ahí ya depende de cómo os guste a vosotros el pollo. Un par de minutos por cada lado a fuego fuerte suele ser suficiente, pero a vuestro aire.

Comentarios y sugerencias:

En cuanto a la guarnición.... ensaladas, arroz, unas setas que se pueden hacer en la misma sartén con unos daditos de berenjena, calabacín con tomate y cebolla salteados, patatas asadas. Si os sobran filetes, podéis dejarlos tranquilamente en la nevera y aprovecharlos más tarde, cortados en tiritas y con unas rodajas de tomate se puede hacer uno un sandwich para la cena rico, rico.

¡Animaos a probarlo porque es un plato tirado de hacer, barato, rico y sanito!

jueves, 16 de febrero de 2012

Reino vegetal

A tenor con las bajas temperaturas de este invierno seco, se me ha ocurrido postear un buen plato de cuchara. Cuando se lo conté a Marcos, me miró indginado. Él es más de chorizo con esta receta, pero a mi me resulta demasiado pesada así, de modo que...

LENTEJAS VEGETALES.

Ingredientes para cuatro personas:

- 3 tazas de lentejas secas
- 1 cebolla roja picada
- 1 diente de ajo
- 1 taza de caldo de verduras
- 1 taza de espinacas
- 1/2 vaso de vino tinto
- 1 cucharada de crema ligera para cocinar (nos vale la nata vegetariana de Alcampo)
- sal y pimienta
- aceite

Preparación:

En un caldero mediano y alto ponemos las lentejas, las cubrimos de agua y echamos un poco de sal. Las dejamos a fuego medio-bajo durante 20 minutos (que podemos emplear en hacer cualquier otra cosa, no necesitan vigilancia). Pasado ese tiempo, las retiramos y dejamos que escurran muy bien. En el mismo caldero, con un chorrito de aciete bien caliente, sofreímos la cebolla para después añadirle el ajo (laminado), durante un par de minutitos. Agregaremos a continuación las lentejas y el vino (podemos prescindir de él perfectamente) junto con el caldo vegetal, salpimentaremos de nuevo y, dejaremos que se hagan durante diez minutos a fuego fuerte.

Para terminar, echaremos también las espinacas, que podemos conservar enteras o trocear ligeramente (no las piquéis demasiado.) Dejaremos que todo se haga unos tres o cuatro minutos más, reomoviendo de vez en cuando y en el último instante añadiremos la cucharada de la crema ligera para cocinar, o la nata vegetariana, y probaremos y rectificaremos de sal y pimienta si fuera neceario. Esto último es lo que da un toque fresco y diferente del resto de lentejas del mundo mundial. El aspecto que deben tener al final es algo parecido a esto:



Comentarios y sugerencias:

Con una ensalada de tomate para picar, tendremos un menú redondo. Lo cortamos en rodajitas y las sazonamos con sal y pimienta, añadimos perjil picadito y aliñamos con un buen aceite y vinagre de módena. Le va de maravilla al plato, de verdad. ¡A disfrutar!

martes, 14 de febrero de 2012

La hora del cóctel.

Amiguitos y amiguitas, hoy es San Valentín, celebración de la que soy firme detractora. Es más, creo que sólo hay un par de planes aceptables que deben hacerse un día como hoy: aprovecharse de los menús especiales que ofertan algunos restaurantes, que permiten cenar en sitios interesantes a un precio menor de lo normal, y beber.

Y sobre beber, evidentemente, es de lo que voy a hablar ahora mismo. Un buen cóctel por si queréis sorprender a alguien hoy, mañana o dentro de un par de mesecillos. Y como ayer hablé de este vino en el maridaje...

CÓCTEL DE MANDARINA Y CAVA:

Ingredientes:

- Helado de mandarina (nos puede valer naranja...)
- Una botella de cava.
- Piel de naranja o mandarina para decorar (nivel "experto")

Preparación:

Necesitaremos un vaso batidor o una batidora. En un recipiente alto (o en el vaso batidor), echaremos varias bolas de helado de mandarina. A continuación, abriremos la botella de cava, y regaremos bien las bolas de helado. No seáis rácanos con el cava, porque el objetivo es que la mezcla sea fluída y fácil de beber, no que quede un menjunge espeso como el demonio. Después, batiermos bien durante un minuto o algo más. Rápidamente, serviremos en un par de copas, mejor si están de fresquitas.

Para decorar, si os dáis un poco de maña, podéis partir algo de piel de naranja o mandarina y engancharla en el filo de la copa. También se puede partir un trocito de gajo y tratar de prenderlo, o colocarlo directamente el sorbete. Otra cosa que puede quedar chula es la consabida hojita de menta.

Observaciones y comentarios:

Lo bueno de este coctel, a parte de que está francamente rico, es que puedes hacerlo sin gastarte mucho dinero. Un cava cutrillo, de cinco- seis euros (no me arriesgaría con uno de menos), pasa desapercibido gracias a la mandarina. Sin embargo, conserva las burbujas y el aire un poco especial del cava. Otra cosa que me gusta, es que no es el típico sorbete de cava al limón. Pensando en esto, si no encontráis helado de mandarina o de naranja, imagino que podéis intentarlo con sorbete de fresa, de mango...

Sugerencias gastronómicas:

Por su toque refrescante, creo que puede ser el complemento perfecto a una comida picante o especiada, un curry, unos tallarines con verduras y guindilla, unas fajitas bien condimentadas. También es un poste perfecto.
¡Chin chin!

lunes, 13 de febrero de 2012

Recetario (fin de semana)

MENÚ EXPRÉS.

Os enseño lo que comimos este sábado el Señor Plaza y yo misma porque creo que fue un menú equilibrado y sanito, de esos que da gusto comer y fácil de reproducir si alguien se siente tentado. Otra ventaja fue lo rápido que lo preparamos, llegando a casa de la compra a las tres, conseguimos tenerlo todo en la mesa a las tres y media. Podéis verlo en la foto y jugar a adivinar qué es cada plato:




En esta ocasión cambiamos nuestro queridísimo Alcampo por Carrefour y la verdad es que encontramos alguna que otra cosillas interesante. Por ejemplo, las hierbas aromáticas vienen en prácticas cajitas a un euro (en Alcampo son bolsitas, bastante incómodas, y aunque en el Corte también también son cajitas, cuestan más caras).

ENTRANTES:

Tomamos dos entrantes, porque nosotros lo valemos: carpaccio de ternera con parmesano y champiñones, y sashimi de atún con wasabi y soja. El primero, lo compré en Lidl este jueves aunque lo cierto es que podéis encontrarlo en muchos sitios, tales como de nuevo Alcampo o Carrefour. La mayoría ya traen un bolsita con el parmesano en lascas y otra con aceite para el aliño. Presentarlo es muy sencillo, abrimos la caja, colocamos las finísimas lonchas en un plato o fuente y repartimos a continuación las lascas de parmesano. A mi me gusta añadirle champiñones crudos laminados muy finamente. El aliño que se hace con aceite, zumo de limón y pimienta negra se encarga de cocerlos un poco químicamente, al igual que la carne. Es bueno dejar que todo macere unos minutos antes de comerlo.

En cuanto al sashimi de atún con wasabi y soja debo decir que fue un producto que me sorpendió encontrar. Costaba cuatro euros, pero no recuerdo de cuántos gramos era. Era un taquito grueso y abundante de atún crudo, envasado en un paquete transparente que estaba en la sección de refigerados, al lado de la pescadería. Especial para sushi, decía el paquete. Nosotros optamos por lonchearlo grueso, en plan sashimi, darle un chorretón de soja y acompañarlo en el plato con un suspiro de wasabi. Delicioso.

PLATO PRINCIPAL:

Salmón a la plancha con tomates cherry y champiñones salteados, sémola con albahaca y ensalada de rúcula, canónigos y virutas de granna padano

Ingredientes para 2 personas:

-Dos toros de salmón.
-Seis champiñones hermosotes.
-Ocho tomates cherry.
-Una taza de sémola instantánea.
-Media bolsa de mezcla de rúcula y canónigos.
-Cuña de granna padano.
-Una hojita de albahaca.

Preparación:

Para la ensalda abriremos la bolsa, lavaremos y escurriremos las hojas y las dispondremos en una ensaladera. Me encantan las bolsas de variados de hojas, porque dan un toque fresco y divertido y suponen una variación sugerente frente a la lechuga cotidiana. Después de eso, simplemente rallaremos virutas de granna padano, y digo granna padano como podría decir parmesano o pecorino. Tener una cuña de queso para rallar es siempre una buena idea, económica y deliciosa. El parmesano es un poco más caro y la cuña sale a siete euros, el pecorino a cinco y el granna padano a unos tres. Lo mismo podéis usar una cuña de queso curado o semicurado, la verdad. ¡Buscad vuestro queso y ralladlo sin parar!

Continuando con la ensalada, la sazonaremos con sal y pimienta y la aliñaremos de manera sencilla, con aceite y vinagre de módena o cualquier otro vinagre que nos apetezca. Esta es una ensalda muy muy simple, que va bien con casi cualquier plato y que yo suelo agradecer mucho. Se hace en un plis-plás.

Esta semana ya hablamos de la sémola instantánea, así que no perderé mucho más tiempo describiendo su preparación: hervimos una taza de agua, se la añadimos a la taza de sémola seca en un cuenco, lo tapamos cinco minutos y añadimos aceite. Yo además, piqué un poco de albahaca fresca para aromatizarla.

Poco nos falta para concluir el plato, aunque sí falta lo más importante. Troceamos en cuartos los tomates cherry ya limpios y secos y en láminas los champiñones. En una sartén con el aceite bien caliente, pondremos los trozos de salmón y las verduras. Nosotros salpimentamos el salmón cuando ya está en la fuente (si lleva hierbas secas se las agregamos mientras lo cocinamos), pero en esta ocasión no vendrá mal un toque de sal conjunto de pescado y verduras. El secreto del salmón es muy sencillo: unos dos minutos por cada lado a fuego fuerte son suficientes para que quede hecho pero jugoso. Los tomates y champiñones durante este tiempo se saltearán y quedarán en su punto y sabrosos.

Dispondremos los dos toros en una fuente sazonándolos con un poco de sal en escamas y pimienta y sobre ellos las verduras y su salsita. La sémola estará ya en su cuenco, la ensalada en su fuente... y sólo nos quedará llevarlo a la mesa, donde cada cual montará su plato con las cantidades que le apetezca.




Sugerencias:

Nuestro maridaje fue un cava Bach, si mal no recuerdo. Estaba a buen precio y un par de copas le dieron a los entrantes y al salmón un aire festivo. Nos gusta comer con cava, que a fin de cuentas es tan vino como un albariño o ribera del duero y no merece estar enteramente condenado a los postres. Si os gusta y no sucumbís después a fuertes dolores de cabeza, animaos a probar. Con un entrecot hace una pareja perfecta.

jueves, 9 de febrero de 2012

Reino Vegetal.

Llevo ya varias semanas comprando y comiendo fresas. Nos las regalan, las encontramos a buen precio o nos piden con su jugoso color que nos las llevemos a casa y les demos un hogar en nuestros estómagos.

En un principio pensamos en hacer helado casero de fresa, pero la falta de tiempo y la gula nos impidieron cumplir nuestro obejtivo. En cambio, las hemos estado tomando en una orgía de nata de la Pastelería Niza, para mi gusto una de las mejores de la ciudad: http://pastelerianiza.com/, situada en la calle Zamora.

Sin embargo, todo pasa factura y el otro día, para variar un poco y que quedara una copa de fresas bonita, se me ocurrió esta idea que sirve también como delicioso postre apto para veganos:


COPA DE FRESAS SIN NATA.

Ingredientes para cuatro personas:

- 24 fresas, lavadas y cortadas en cuatro trozos.
- Azúcar moreno.
- Chocolate 100% cacao (yo usé fondant de marca blanca)
- Corteza de limón.
- Hierbabuena.

Preparación:

Lo más sencillo del mundo, como podréis imaginar. Lavamos bien las fresas y las cortamos en trocitos. Yo suelo calcular unas seis fresas por copa o cuenco, que resultará más bonito si es de cristal. Las disponemos en el recipiente que hayamos elegido, y espolvoreamos un poco de azúcar moreno en cada copa (si las fresas están ya un poco maduritas, mejor que mejor) Rallaremos un poco de cáscara de limón que reservaremos en un platito, y limpiaremos después el rallador.

Con ese mismo aparato, rascaremos virutas de la tableta de chocolate que hayamos comprado, echándolas directamente sobre las fresas, procurando que caiga un poco en cada fresa para que resulte estético y visual. A continuación, con una cucharita espolvorearemos también ralladura de limón, que junto las virutillas del chocolate negro quedará fabulosamente bien.

Ya solo nos queda decorar con la hierbabuena. Yo puse una hojita en cada copa, pero si queréis poner más, o picarla, seguro que también queda estupendo. Lo mejor para este postre es dejarlo reposar unos minutos para que todos los aromas se liberen y así cuando lo presentemos en la mesa los comensales puedan apreciarlo.

Comentarios y sugerencias:

En principio la idea de este postre nació con nata. Es decir, eché un poco de nata en cada copa, después chocolate (no puse azúcar moreno) y finalmente decoré con limón y hierbabuena. Me gustó tanto, que al día siguiente decidí hacer una versión más saludable (y menos vista) sin ella, que también me encantó. Ambas opciones son la bomba.

Os propongo que si es un día de asueto, acompañéis vuestra copa con un chupito de licor café y, si sois atrevidos, podéis mojar una fresa en él. O echarle un chorretón al postre, como hace Marcos, aunque no se si pegará con el chocolate y el limón pero...debería informarme. ¡Ya me contaréis!

***Reedición*** Acabo de recordar que también le añadí un puñado de almdrendras picaditas, de estas que venden en paquetitos para repostería. Si tenéis nueces o este producto del que os hablo, puede darle un punto crujiente muy interesante.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Restaurantes detestables.

Sí amigos, sí. Por fin ha llegado el momento tan largamente esperado de estrenar esta sección en la que airearemos nuestra fobia a determinados restaurantes vigueses. ¿No os fastidia ir a cenar y que os hagan esperar una hora? ¿Que os sirvan un plato lleno de salsa y no os lo cambien cuando llegue el segundo? ¿Que os pongan vasos sucios? Aunque lo peor de lo peor es que te sirvan comida mal cocinada y se atrevan a cobrarte un buen pellizco por ella. Ahí va el primer restaurante que os recomendamos evitar como la peste.


La Crêp De la Crêp:



Ubicado en la calle Cervantes número seis, en pleno corazón de Churruca, su local me ha encantado durante muchos años. Cuando yo era niña era un mesón de mala muerte, y muchos años después siendo una universitaria juerguista lo descubrí reconvertido en bar de copas, con billar y un camarero te permitía fumar sustancias ilegales. Después de eso todos los negocios que han montado han estado relacionados con la comida: fue sidrería asturiana y después un restaurante. Ahora se promociona en su rótulo de entrada como crepería y ensaladería.


El local hace esquina, tiene paredes de piedra y una gran barra de madera donde tomarte una caña o una tapita. Aunque pequeñito, a mi siempre me ha parecido coqueto y acogedor. Después de unos arreglos que hicieron los anteriores inquilinos, los baños quedaron limpios y funcionales además de simpáticos. El tema de los baños es fundamental para mi en cualquier lugar de ocio, por eso siempre los valoro.


También disponen de una terraza en la acera, que al ser muy ancha en esa zona permite que sea agradable estar sentando fuera. Tienen tres o cuatro mesas, y unos barriles en la puerta principal donde un fumador puede sacar su consumición y echar un cigarrillo tranquilamente. Al César lo que es del César: el local me parece encantador. Es por eso que vuelvo una y otra vez a investigar el nuevo negocio que han montando. Pero ahí acaba todo lo positivo de La Crêp de la Crêp.


He encontrado varias referencias a este local en la red, imagino que redactadas por sus propietarias, e incluso se promocionan en la Guía Go! En ella definen su restaurante como "fresco, natural y artesano", especalizado en el tradicional y auténtico crêp bretón tanto salado como dulce. Añaden que tienen un amplia selección de ensaladas cuyos precios oscilan entre los 7,5 euros y los 9 "donde el argumento es la comida sana y la lechuga como base, con ingredientes como el melón, frutos del bosque..." blablabla ¿desde cuándo tienen las ensaladas un argumento? Vergüenza es lo que deberían tener estas señoritas afirmando que lo que prima en su negocio es lo "natural y artesano."


Marcos y yo acabamos en La Crêp una noche que estábamos por Churruca tomando unas cañas y nos apetecía cenar algo que no fuera ni una hamburguesa ni un kebab, casi las únicas opciones culinarias disponibles en la zona. Además queríamos algo relativamente rápido para poder volver con nuestros amigos. Al principio pensamos que los astros se habían alineado para que pudiéramos probar ese lugar, que reunía todos nuestros requisitos. Más que astros eran asteroides que se dirigían a nuestros estómagos.


Viendo la carta, que nos pareció escueta pero prometedora (ten mejor una carta pequeña y cuidada que enorme y descontrolada) decidimos tomar una ensalada y una crep salada, todo para compartir. La ensalada creo que era de lechuga, tomate, pollo a la brasa y queso camembert con picatostes. La crêp era de salmón ahumado, tomates cherry, espárragos, trigueros, setas y queso fresco, con alabahaca. Decidimos también tomar un par de copas de un albariño de la casa que no era para echar cohetes.


Un menú sencillo, ¿verdad? Además, no había demasiada gente. Pues para poder degustar estos manjares empleamos una hora y media. Por la ensalda, que estaba correcta pero no era ninguna maravilla no hicieron esperar unos veinte o veinticinco minutos, y nos impacientamos. Sin embargo, como nuestra camarera parecía maja y algo sobrepasada, achacamos la espera a que las dueñas eran nuevas en la hostelería. Nos lo tomamos con calma y nos dedicamos a nuestro vino, mientras comentábamos que nos parecía excesivo cobrar ocho euros por una ensalada con ingredientes tan corrientes y económicos.


Terminada la ensalda comenzó el auténtico calvario. Pasaban los minutos y no llegaba el segundo plato. Iba ya media hora de espera y servían antes a otras mesas que a nostros. Veíamos desfilar ensaldas y crêps rumbo hacia otros clientes que, nos dimos cuenta, debían llevar más tiempo aún que nosotros esperando. Cada vez le preguntábamos a la chica, nos decía que la cocina tenía muchos pedidos y que tuviéramos paciencia, que en seguida llegaría. Pero no era así en absoluto. De modo que volvimos a preguntarle hasta que confesó que nuestra crêp se había quemado y la estaban rehaciendo. Cuarenta minutos de espera, os recuerdo, después de haber comido la ensalda, por la que habíamos esperado ya veinte.


Rendidos, salimos a fumar un cigarrillo durante el cual llegó por fin nuestro plato. O mejor dicho, nuestra enorme decepción. La masa, cruda por algunos sitios y requemada por otros (pero, ¿no la habían "rehecho"? ¿Utilizaron partes de la anterior crêp? ¿Era una Frankeinscrêp, quizá?), no tenía el menor aspecto de ser casera o "artesana" como reza su publicidad. En cuanto al relleno, esa milonga de "fresco y natural", pues sería lo que cocinan sus abuelas o tías de Cuenca, porque los trigueros y setas eran más de bote que el rubio de Shakira y estaban demasiado cocidos. Para colmo, a algún torpe debió de caérsele medio bote de albahaca seca al intentar condimentar los ingredientes. Supongo, deseo y espero que fuese un accidente porque me resulta inconcebible que nadie que sepa un poco de cocina pueda intentar sazonar algo echando tal cantidad de hierbas secas.


Ni nos la acabamos, la verdad, y a mi me llegó a repugnar cada bocado. La chica nos ofreció tomar postre o café, cosa que naturalmente no hicimos, ya que estábamos frustrados y no nos apetecía esperar otros veinte minutos. Otra cosa que nos indignó fue que tras tanta espera y la escasa calidad de la cena ni se disculparon ni nos ofrecieron ninguna cortesía: un café o chupito a cuenta de la casa, que aunque hubiéramos rechazado habría aplacado un poco nuestros ánimos. Tampoco se les ocurrió convidarnos a la copa de vino que nos bebimos de más esperando el maldito amago de crêp. Me parece surrealista que tratando de abrirte un hueco en el mercado gastronómico de Vigo, no te percates de que esas pequeñas atenciones con el cliente, pueden ayudar a mejorar tu imagen. El precio de dos copitas de vino es desde luego mil veces menor que la impresión horrible que nos llevamos del restaurante y sus dueñas y que ahora compartimos con vosotros.


Por todo esto, cuatro copas de alabriño de la casa, una ensalada corrientita y una crep salada tuvieron la osadía, y nadie me quitará de la cabeza que fue una osadía y una canallada, de cobrarnos unos veintiún euros. Conozoco de sobra el precio de todos los ingredientes de los que estaba compuesta nuestra cena, y ellos ni su elaboración justificaban la minuta. ¡Y se demoraron en hacérnosla!


Gracias a dios que al esar ubicada La Crêp de la Crêp en Churruca, pudimos olvidar pronto el fiasco de la cena tomándonos unas copas con nuestros amigos en La Fiesta de los Maniquíes. Esta ventaja junto con el encanto del local, que ya he comentado, son las dos únicas virtudes que tiene la crepería y desde luego no por mérito propio. Así acaba nuestra primera crítica negativa... esperamos que la hayáis disfrutado mucho más que nosotros cenando.


lunes, 6 de febrero de 2012

Fondo de despensa.

Después de una semana sin actualizaciones por falta de tiempo, cansancio y blablabla, retomo La Coleccionista con una sección que me encanta.

Hoy hablaré de otro producto básico en mi despensa, que consituye un comodín en muchas situaciones ya que puede servir tanto de guarnición como de plato principal y, además se prepara en un santiamén. Es muy fácil de encontrar y lo hay de muchas marcas, sin embargo yo comentaré la que compro siempre.

AL BADIA COUSCOUS.

Presentación:

Se comercializa en paquetes de un kilo y, sinceramente desconozco si lo hay de menos, aunque puede conservarse mucho tiempo sin problema en un sitio seco a temperatura ambiente.
El paquete es vistoso y fácil de localizar en la estantería del súper por sus colores llamativos, como podéis ver en la foto que os muestro:



En la parte superior de unos de sus laterales, hay una pestaña que podemos abrir (mejor con algo afilado) de modo que haga una especie de pitorro mediante el cual podamos extraer la cantidad de producto que deseemos. Las instrucciones para su preparación, como siempre en la parte trasera de la caja.

Descripción del producto y observaciones:

Marcos y yo siempre tenemos un diálogo absurdo cuando vamos a cocinar el couscous. Él se empeña en que el nombre correcto es ése, couscous y yo mantengo que el nombre es sémola de trigo, y el couscous un plato que se elabora con ella. En cualquier caso, la sémola de trigo duro, es una especie de harina refinada muy gruesa que conserva trocitos del trigo. También hay sémola de otros cereales, legumbres o verduras: avena, arroz, maiz, lentejas, garbanzos, e incluso de guisantes. Aquí podéis ver el aspecto que tiene, fuera de una caja:


Sus cualidades nutricionales son indudables, es rica en hidratos de carbono y también en proteínas. Esta marca en concreto es de las más cormecializadas en España y la sémola es precocinada, de modo que podamos hacerla de manera casi instantánea. Al preparala queda suelta y sabrosa y por eso somos muy fans de ella.

Instrucciones:

Se acompañan incluso de unas ilustraciones muy simpáticas que, una vez más, son a prueba del cocinero más inexperto. Yo misma llevo "cocinándola" más de la mitad de mi vida cuando mi papel en la cocina era molestar lo menos posible.

Para preparla, hay que medir siempre una parte de agua por una parte de sémola: es decir una taza de sémola, una taza de agua; dos taza de sémola, dos tazas de agua. Para idiotas, de verdad.

De modo que echamos la cantidad que queramos de sémola en un bol hondo que no sea de cristal y aguante bien el calor y, ponemos a hervir la cantidad proporcional de agua con sal. La cantidad de sal que echaremos dependerá de si después preferís agregar mantequilla o aceite, si os decidís por la mantequilla procurad no pasaros con la sal. Una vez más, el sentido común es nuestro mejor amigo a la hora de elegir las cantidades.

Cuando el agua hierva, la agregaremos a la sémola en el bol que taparemos con papel albal o transparente para dejarlo reposar cinco minutos. En ese tiempo, los granitos se hincharán. Transcurridos esos minutos, añadiremos una nuez de mantequilla o un chorretón generoso de aceite y continuación mezclaremos bien. La sémola debe quedar suelta pero con aspecto jugoso así que si consideráis que hace falta un poquito más, no os cortéis. ¡Tachán! ¡Ya ha concluído la prepraración!

Por qué nos gusta:

- Es una gran alternativa a las patatas como guarnición
- Se prepara en menos de diez minutos.
- Es original y exótico. Gusta a todo el mundo y sorprende.
- Sirve como base para un plato principal.
- Un kilo cunde mucho y cuesta menos de cuatro euros.

Sugerencias:

Con este producto podemos crear muchos platos. Podemos usarlo en lugar de los típicos fideos para alegrar un caldo y darle un toque inesperado. Podemos hacer un couscous de verduras, o de verduras con pollo o cordero. En verano podemos elaborar con ella (cuando haya enfriado) el famoso tabulé, que es algo así como una ensalada libanesa que lleva pimiento rojo, verde, pepino, tomate y cebolla troceaditos, y un aliño de zumo de limón, aceite, pimienta, perjil y si queremos un poquito de menta. Y luego, claro que sí, es una guarnición genial para cualquier guiso, para un toro de salmón pasado por la sartén vuelta y vuelta... la imaginación es el límite. ¡Buena suerte y buen provecho!

domingo, 29 de enero de 2012

Recetario (fin de semana)

MENÚ EXPRÉS DE DOMINGO.

Después de una noche de sábado que se ha alargado hasta altas horas de la madrugada, un domingo tranquilo de mantita, sofá y buena comida viendo algunos capítulos de tus series favoritas es el mejor plan.

El nuestro empezó con desayuno delicioso hecho por Marcos consistente en un huevo pasado por agua, café, zumo natural y un poco de bizcocho de chocolate. Aunque yo vagueé tranquilamente hasta la hora de comer, a él le tocó irse a una reunión informal de trabajo, de modo que aproveché para cocinar un almuerzo sencillo que resultó un éxito.

Entrante:

Sushi comprado (vale, vale, evidentemente este plato no lo cociné.) En el inevitable Alcampo venden unas bandejas de sushi que están muy bien. Las hay de diversos tamaños y a veces las más grandes están al 50% de su precio los fines de semana. Aprovechando el descuento Marcos compró una el sábado que traía ocho niguiris de salmón, dos de langostino, cuatro rodajas de hosomaki de salmón, dos de pepino y otras dos vegetales envueltas en semillas de sésamo. La bandeja trae palillos, salsa de soja, wasabi y jengibre, aunque nosotros solemos usar los nuestros.
No es tan sabroso como el que puedes tomar en un restaurante japonés, pero solemos disfrutarlo cuando lo comemos. Lo venden la sección de refigerados de la pescadería, y es interesante recordarlo porque por lo general el sushi que venden en las secciones de congelados de cualquier supermercado, es terrorífico. Refrigerados siempre.

Plato principal:

Consistió en pasta fresca rellena. Es habitual que la compremos para los fines de semana por lo sencilla y rápida que resulta de cocinar, y la cantidad de recetas que admite. Además, los tortellinis rellenos de cualquier marca te permiten jugar con gran variedad de sabores. En esta ocasión los escogimos rellenos de ricotta y espinaca, y de jamón. Aquí os dejo la receta:

TORTELLINI CON TOMATES CHERRY, MASCARPONE Y ALBAHACA

Ingredientes para cuatro personas:

-
250 gr de tortellinis rellenos de ricotta y espinaca
- 250 gr de tortellinis rellenos de jamón
- doce tomates cherry partidos en mitades o cuartos dependiendo de su tamaño
- 125 gr de queso mascarpone o ricotta. Lo importante es que sea cremoso. No me gusta usar Philadelphia porque su sabor es demasiado fuerte y enmascara el relleno de la pasta.
- cuatro hojas de albahaca fresca. Es importante que lo sea.
- un diente de ajo.
- media cebolla.
- aceite.
- sal.
- pimienta.
- queso feta para desgranarlo y espolvorearlo sobre la pasta. Si nos os gusta, cualquier otro queso que podáis rallar o que ya venga en polvo servirá. La mozzarela en virutas puede ser una alternativa genial.

Preparación:

Realmente sencilla. Empezaremos pelando y picando muy menudos el ajo y la cebolla, y partiendo los tomates cherry después de haberlos lavado bien. Podemos aprovechar para poner abundante agua con sal a hervir en un caldero alto.

También verteremos un par de generosas cucharadas de aceite en una sartén mediana, que pondremos a fuego medio. Cuando el aceite tome temperatura añadiremos el ajo, la cebolla y dos hojas de albahaca enteras para que aromaticen. Tras unos dos o tres minutos al fuego, añadiremos los tomates y dejaremos que vayan soltando su juguito. Si veis que las hojas de albahaca ya están pochas, podeis retirarlas y reemplazarlas o si preferís que vuestra salsa sólo tenga un ligero toque, dejadla así.

Cuando el agua hierva, echaremos nuestros toterllinis y bajaremos a fuego medio para dejarlos cocer los minutos que indique el fabricante. En nuestro caso fueron cuatro y la pasta quedó perfecta, al dente. Ese tiempo lo aproveché en rematar la salsa añadiéndole el mascarpone y ligándola bien, con lo adquirió un precioso tono rosado. Probad y rectificad de sal y pimienta para que esté a vuestro gusto.

A continuación escurriremos bien la pasta y la colocaremos en una fuente honda, aunque no demasiado. Repartiremos uniformemente la salsa por encima, espolvoreando el queso rallado o desgranado que hayamos escogido. A mi me parece que el feta encaja perfectamente con estos sabores. También picaremos una o dos hojas de albahaca fresca para decorar. ¡Ya estamos listos para llevar la pasta a la mesa!


Comentarios y sugerencias:

Poco más podemos decir a parte de que estaba delicioso. Lo bebimos con un tinto modesto, un ribera del duero llamado Mayor de Castilla, que era la primera vez que probábamos. Sin ser un vino memorable cumplió decentemente con la pasta. Os dejamos con una imagen del menú entero.



Esperamos haberos dado algunas ideas y ¡que os haya gustado tanto como a nosotros!

martes, 24 de enero de 2012

Reino Vegetal.

Este apartado especial sobre cocina vegana se lo dedicamos a nuestra querida amiga Irene, que siempre tiene problemas para encontrar restaurantes y bares donde poder picotear siguiendo su estilo de vida.

Ése fue el motivo de que la invitásemos a cenar un par de veces en casa, y nos diéramos cuenta de lo sencillo que es hacer aperitivos, cremas y platos fuertes adecuados a una dieta vegana estricta: nada de carne, pescado, maricos, lácteos (ni yogures, ni quesos, ni nata) ni huevos, a no ser que su procedencia casera garantice que las gallinas viven libremente.

Si vais a cenar a un restuarante vegetariano en seguida os percataréis de los elaborados y complicados platos con los que tratan de atraer a sus clientes no necesariamente veganos. Nosotros pensamos que si bien un toque exótico nunca viene mal, hay infinidad de platos tradicionales y fáciles de hacer que o bien son directamente 100% vegetales, o bien pueden serlo haciendo pequeñas modificaciones.

Aunque no seamos veganos, incorporar más legumbres y verduras a nuestra dieta semanal, es invertir en salud y calidad de vida. ¡Y delicioso!


CREMA DE ESPÁRRAGOS TRIGUEROS:

Ingredientes para 4 personas:

- Una cebolla
- Una zanahoria.
- Una patata grande.
- Un manojo de trigueros frescos, o un bote de trigueros en conserva.
- Aceite.
- Sal al gusto.
- Pimienta al gusto.

Preparación:

Esta dependerá de si los espárragos son frescos o en conserva.

Comenzaremos pelando la patata, la zanahoria y la cebolla, y a continuación las cortaremos en trozos medianos. Si lo espárragos fuesen frescos, los lavaríamos enérgicamente para después cortarles la parte blanca del final. Yo suelo trocearlos en tres.

En un calderito mediano y alto, echaremos un chorro generoso de aceite de oliva. Cuando esté caliente, agregaremos todos los ingredientes que hemos pelado, les echaremos la sal que nos guste y rehogaremos un par de minutos. A continuación cubriremos con agua y los dejaremos cocer a fuego fuerte durante unos veinticinco o treinta minutos, o lo necesario para que la verdura esté tierna.

Si los espárragos fuesen en conserva, dejaríamos cocer la patata la cebolla y la zanahoria, pero no los añadiríamos hasta pasados quince o veinte minutos de cocción (los tiempos dependen de la fuente de calor que uséis para cocinar). En cualquier caso echadlos cuando al resto de la verdura le falten unos diez minutitos para estar del todo lista. Si veis que os habéis quedado cortos de agua, podéis aprovechar la del bote de los espárragos que le añadirá un plus de sabor.

Una vez esté listo sólo hace falta triturarlo todo con una batidora en el propio caldero. Dadle tiempo, para no queden grumos y el resultado sea cremoso y homogéneo. Probad y rectificad de sal si hace falta, y añadid pimienta al gusto. De nuevo, si los espárragos son frescos tal vez os haga falta colarlo porque suelen quedar hebras.

Comentarios y sugerencias:

Se sirve bien caliente, y a mi me gusta tomarlo en cuenco. Si no sóis veganos podéis daros una alegría con un chorrito de nata para que lo suavice. Si lo sois, un chorro de aceite en crudo en vuestro cuenco también le dará un punto aún más sabroso. Cada comensal puede moler más pimienta si le apetece.

Ahora en invierno, es un plato fabuloso tanto a mediodía como para la cena, y según mi experiencia les gusta bastante a los niños pequeños, en especial si lleva ese famoso chorrito de nata. Con unos picatostes también es un éxito seguro.

¡A disfrutar de la cuchara, que estamos en temporada!

lunes, 23 de enero de 2012

La hora del cóctel.

Mad Men, Pan Am, The hour... Últimamente tanto la tele como el cine están envueltos de un aire retro que me da nostalgia. Me entran ganas de usar ceñidas faldas de tubo, stilletos, pintarme los labios de rojo inglés y sentarme a tomar un buen combinado.

Aunque no es nada nuevo porque ya hay bastantes lugares en Vigo donde tomarlos, como El Uno Está, el Grettel o casi cualquier pub, Mr Plaza y yo hemos recuperado la hora del cóctel. Lo bueno de este concepto es que la hora del cóctel puede ser la que tú quieras y con la comodidad de montarla en tu salón. La una de la tarde en plan aperitivo, después de trabajar, antes o después de la cena, cualquier momento es bueno.

Así que, en homenaje a más de dos años celebrándola en pareja, inauguramos la sección con un clásico de clásicos que actualmente levanta pasiones entre los gafapastas más pedorros. Pero antes de ese estelar momento...

Consideraciones previas:

- El objetivo es disfrutar de la copa y la compañía, no ir de botellón.

- Es muy deseable (lógicamente) tener una coctelera. Las puedes encontrar en tiendas de regalos, Pórtico Básico o incluso en un chino. Busca la tuya y no te obsesiones con la capacidad que tenga, recuerda que puedes hacer tantas tandas de cóctel como tus invitados quieran.

- Necesitarás también una cubitera para hacer el hielo en tu congelador, o tener bolsas de hielo de las que venden en un súper. Parece algo obvio pero nunca se sabe. Un cóctel sin hielo... en fin. No comments.

- Finalmente, también es indispensable algo con lo que picar el susodicho hielo, ya que muchas recetas lo piden. Mr Plaza y yo tenemos por casualidad un aparato específico para tal fin, además de nuestro vaso batidor, en el que hacemos algunos combinados directamente. Sin embargo al final, lo más cómodo y efectivo es un martillo de toda la vida. Se envuelve el hielo en un paño, se coloca éste sobre una tabla de cortar y se golpea hasta obtener la textura que queramos.


GIN TONIC.

Hay toda una subcultura por ahí en torno a los gin tonics. Un mundo lleno de expertos que discuten sobre los aromas de las ginebras, las burbujas de las tónicas, el vaso más apropiado para servirlos, apasionados debates sobre si echarles pepino o granos de café para acentuar el sabor...
Nosotros somos más campechanos, como el rey en sus buenos tiempos.

Ingredientes:

-
2 cl de ginebra si se sirve de aperitivo antes de comer, vamos, lo que es un chorrito. Son 5 cl si es a partir de las cuatro de la tarde (un chorrito un poco más largo) y lo que te pida el cuerpo a partir de las 11 de la noche. Tú mismo. Desde aquí te animamos a beber responsablemente (ejem, ejem) aunque eso sí, la ginebra ha de estar en el congelador bien fresquita. Basándonos en la calidad-precio, nosotros bebemos Tanqueray.

-Tónica: igual es un poco pedante esto que voy a decir, pero la Nordic Mist NO es tónica. Para eso, es mejor beberse la ginebra a palo seco tipo Reina Madre de Inglaterra que además llegó a vivir casi cien años. Después de muchos experimentos, algunos que incluyeron gastarnos 4 euros en una botella de tónica (que estaba estupenda) recomendamos fervientemente la marca blanca de cómo no, Alcampo, que no es tan carbonatada como la típica Schweppes. Sin embargo, como es nada glamourosa igual te miran con condescendencia.

- Cítricos: aquí ya no somos tan puristas. Lima o limón, a tu antojo. Se usa la cáscara, porque al parecer la quinina de la tónica reacciona negativamente con el zumo del limón y pierde sus propiedades burbujeantes. Sin embargo, como somos chicos malos, a veces le echamos al gin tonic un chorrito de zumo de lima embotellado. Vivimos peligrosamente.

- Hielo. En esta ocasión no es apropiado picarlo, igual aparece un experto en gin tonics y os mata. Por ello, es mejor usar hielo caserito, para que tenga un tamaño inferior al de pelota de tenis de los hielos de supermercado. Ojo, no vayáis poner el hielo al lado de la merluza congelada o de esas gambas que reserváis para un revuelto, que pilla olores. Y entonces aparece otro experto en gin tonics y os vuelve a matar.

Preparación:

Es bastante sencillo hacer un gin tonic en contra de lo que puedan hacernos pensar esos especialistas de la coctelería que hacen exhibiciones, los manuales de cócteles y demás fuentes oficiales que se ocupan del tema. En esta ocasión aún no necesitaremos ni coctelera ni martillo o accesorio picador.

Escogemos una copa o vaso ancho (¡muerte al vaso de tubo!) y echamos en ella una cantidad apropiada de hielo, que vendrá dada por las dimensiones de la misma. Cuatro o cinco cubitos, si no son muy grandes. Es entonces cuando echamos las cantidades de ginebra que hemos citado antes.

A continuación partimos una tira de la cáscara de la lima o el limón (con un poquito de la parte blanca, pero sin llegar a la pulpa) y con ella acariciamos brevemente los hielos para que se impregen del olor. Cortamos otro trocito de la corteza, esta vez sin parte blanca que amarga al paladar y, la introducimos sin miramientos en la copa para terminar regándola con la tónica. ¡Ya has concluído con éxito el ritual de hacer un buen gin tonic!

Observaciones y comentarios:

Es al final de la preparación cuando nosotros, en especial si no tenemos limones, ni limas frescas, ni ganas de curránoslo tanto, cometemos el horripilante crimen de echar un chorro de zumo de lima embotellado.

En cuanto al debate de pepino sí, pepino no, qué puedo decir. Como a vosotros os guste. Sin embargo me gustaría indicar que si echas el pepino, es mejor pasar de dejar dentro de la copa corteza de limón a modo decorativo. Personalmente creo que va mejor durante la época de calor.

Si eres de esos raros especímenes que tienen limones y además limas en su furtero, puedes jugar con los colores y decorar con un trocito de la piel de ambas.

Sugerencias gastonómicas:

Si vais a servir este cóctel antes de alguna comida principal (almuerzo o cena) creo que un poco de salmón ahumado o unas anchoas serían perfectos. Sobre tostaditas con un toque de mantequilla y un poco de cebollino encima, no se porqué, pero me pega. Quizá algo de queso de rulo de cabra podría irle bien, y por favor, bicoteemos los frutos secos. Unos palitos de zanahoria y pepino para mojar en un aliño de salsa de soja y limón, seguro que triunfan ¿Aceitunas? No es el momento, son las compañeras inseparables de Mr Martini. Meditadlo un rato, seguro que se os ocurre un aperitivo perfecto.


Fondo de Despensa.

Productos que me apasionan y sin los que no podría vivir... y que nunca faltan en mi despensa ni en la de Marcos. A veces llegamos al absurdo de tenerlos por triplicado: en mi casa, en la suya y en Villaperritos (lástima que ellos no sepan cocinar.)

Hoy nos ocuparemos de un básico del que soy una entregada fan y que descubrí cuando era una incompetente para cocinar arroz, cosa que por suerte terminé solucionando. Sin embargo, este producto sobrevivió a mi aprendizaje y me sigue sacando de más de un apuro.

LA CIGALA SALVAJE. 5 BOLSITAS DE COCCIÓN.

Presentación:

Se vende en un paquetito de 500 gramos. En su interior encuentras cinco bolsitas para cocción con unos 100 gr cada una. En la parte de detrás trae las instrucciones para su prepración a prueba de tontos.

Descripción del producto y observaciones:

Evidentemente no es todo arroz salvaje, sino una mezcla que se compone de tres cuartas partes de grano alargado y normal, en tanto que el porcentaje restante es de auténtico arroz salvaje (esa variedad que es oscura.) Con todo encuentro que la proporción es muy acertada, agradable tanto a la vista como al paladar. Marcos no es muy amigo de este tipo de productos, a los que mira con prejuicios y recelo. En cambio éste ha pasado su test de exigencias.

Instrucciones:

Para cocinar estas bolsitas son necesarios 25 minutos de cocción, a partir de que el agua rompa a hervir. Si tienes inducción no hay problema, pero para los que vivimos en un mundo tecnológico retrasado, sugiero que si vais mal de tiempo pongais al fogón el agua ya caliente del grifo. El fabricante recomienda dos vasos y medio de agua por cada bolsita (yo lo hago a ojo, la verdad), sal al gusto y un chorro de aceite o mantequilla. Creo que queda más suelto y sabroso con aceite, además de ser más sano.

A continuación, sueltas la bolsa cuando el agua hierva, esperas a que pasen los dichosos veinticinco minutos y entonces la retiras con unas pinzas o una espumadera. El fabricante no dice nada en sus intrucciones para doomies, pero claro, la bolsita sale caliente que te cagas, como podéis imaginar. Agitadla con las pinzas sobre el fregadero para que escurra bien, y tened cuidado con el vapor al abrir la bolsa. ¡Y con vuestros dedos! Esperad mejor unos minutos a que temple ante de cortarla con unas tijeras para abrirla.

Y poco más, ya tenéis una guarnición estupenda, sana y económica porque creo que el precio no llega a dos euros.

Por qué nos gusta:

-Es sabroso.
-No es necesario vigilar el arroz para que no se queme ni se pase.
-Puedes emplear ese tiempo en hacer el plato al que acompañará.
-Es muy agradecido para presentar. Bien servido en una fuente o directamente emplatado, queda precioso y, armoniza con muchas recetas.
-Quedas bien si tienes invitados. Por alguna razón, la gente a la que se lo servimos no lo había comido antes.

Sugerencias:

Como ya hemos dicho, queda genial con muchas recetas. Suelo servirlo como guarnición de pollo cocinado de mil maneras, de magret de pato, salmón, atún, verduras... Podéis usarlo para hacer una ensalada distinta de la clásica de arroz blanco. Tampoco quedaría mal con ternera o cerdo, aunque no se si lo he usado para esto. Puede ir genial también con verduras, salsa de soja y gambas en plan wok, eso sí, ni se os ocurra echarle colorante o algo parecido porque pierde todo el encanto. En cambio, como compañero de un buen curry sí lo veo.

Sed atrevidos, ¡seguro que acertaréis!

domingo, 22 de enero de 2012

Recetario.

Como bien podéis suponer por el título, esto va de recetas. Más o menos elaboradas, con ingredientes simples o difíciles de encontrar, innovadoras o tradicionales, ligeras o contundentes, calóricas o saludables... Cualquier plato que nos conquiste por su originalidad y sabor, merece la difusión de su receta y que vuestros paladares le den una oportunidad.

Y antes de entrar en materia tengo que hablar de mi sitio favorito para hacer las compras, mi meca gourmet low coast, que visito semana tras semana y no me decepciona. Y ese sitio es el Alcampo de la Avenida de Madrid, algo más completo que el de Coia por alguna razón que escapa a mi entedimiento. Tienen productos difíciles de encontrar: leche de coco, salsa de soja baja en sodio (para alegría de Sheldon Cooper) amén de una buena selección de marcas y tipos, noodles, algas gallegas de diferentes variedades embolsadas y listas para añadir a cualquier revuelto, zumo de lima auténtica exprimido y prácticamente embotellado (para aliños, salsas, cócteles...) huevas de erizo, impresionante selección de ahumados, carpaccio de salmón elaborado por los propios pescaderos, entrecots de novillo irlandés, jabalí, ciervo, perdices evisceradas...Y todo a muy buen precio como ya he comentado.

Y esto, viene a propósito de los ingredientes de la receta que os propongo hoy:


ENSALADA DE BOGAVANTE Y NUECES.

Ingredientes para cuatro personas:

- 1 bogavante previamente cocido, de entre 200 y 3000 gr.
- ocho o diez tomates cherry, preferiblemente de colores distintos.
- un 1/4 ó 1/2 cebolla (mejor si es dulce)
- un puñado de nueces (se pueden sustituir por piñones u otro fruto seco que os guste)
- media bolsa de brotes de espinaca (sirve la rúcula, berros, canónigos, lechuga de cualquier tipo o esas bolsas de combinados de brotes para ensalada)
- aceite de oliva (preferiblemente virgen)
- un chorro de limón o lima
- pimienta
- dos o tres cucharadas de mostaza (al gusto, en realidad). La antigua o la de Dijon, las mejores.

Este el motivo de que hablase de Alcampo. Allí encontramos el bogavante ya cocido, perfectamente envuelto en una bandeja y a un precio irrisorio (creo que dos o tres euros), al igual que la bolsa de brotes de espinaca y las bandejitas con tomates cherry de diferentes formas y colores, así como la cebolla dulce.


Preparación:

Empezaremos pelando bien el bogavante. En mi caso, como lo compré ya cocido, no usé la cáscara para hacer un fumet de base para otros platos. Lo esencial es aprovechar muy bien toda la carne que haya en su interior, sin olvidar la de las pinzas. No os preocupéis mucho por no romper la carne del bogavante, porque lo que haremos será desmenuzarla en trozos no muy grandes, pero fáciles de coger con el tenedor. Reservad la parte de la cabeza, que suele contener coralitos.

Continuamos pelando los ingredientes que lo necesitan, las nueces y la cebolla. En una situación ideal yo hubiese echado cebolla dulce, que es un poco más suave que la normal y me parece perfecta para ensaladas. Como en ese momento no disponía de esta variedad, troceé en juliana la que había y la dejé un ratito en un vaso de agua bien fría con un chorro potente de vinagre. Conserva su sabor pero la suaviza bastante y hace que repita menos.

Después de esto, procedemos a lavar bien los tomates y las espinacas y a escurrirlos a conciencia. Partimos los tomates por la mitad y, disponemos los brotes ya secos en un bol de ensalada (para esta en concreto os recomendaría una ensaladera alargada con una profundidad media.) Sobre las espinacas colocaremos los tomates y la cebolla en juliana y, a su vez, sobre éstos el bogavante bien extendido. A continuación, las nuceces.

El último paso es el aliño. Lo más cómodo y adecuado para este caso, es usar un pequeño bote de mermelada u otra salsa que ya no utilicemos y que esté muy limpito. En él echaremos todos los corales de ese precioso color rojo que podamos extraer de la cabeza del bogavante, y añadiremos abundante aceite de oliva. Con una cuchara, iremos revemoviendo para ligarlos bien. Cuando empiecen a integrar una salsa añadiremos la mostaza, la pimienta y tanto zumo de limón como nos guste. Podemos ir probando de vez en cuando para encontrar la proporción que nos apetezca. Después de esto taparemos el bote y lo agitaremos enérgicamente medio minuto o lo que sea necesario para que quede homogéneo. Recordemos que es un aliño, por tanto debe ser líquido y untuoso y no espeso ni compacto. El sentido común y nuestro paladar nos avisarán de en qué momento está listo.

Para acabar, unos minutos antes de que vayamos a comernos la ensalda, le agregaremos el aliño repartiéndolo bien por todo el recipiente, de la manera más uniforme que podamos. ¡Y listo!


Comentarios y sugerencias:

Ahora que estamos en temporada de marisco pero sin la locura de los precios navideños, es un momento perfecto para disfrutarlo y más aún de maneras poco convencionales, como esta ensaladita. Y es que aunque en Estados Unidos y el norte de Europa la mostaza, junto con la mantequilla, es un compañero clásico de ciertos mariscos, aquí en España y especialmente en Galicia los preferimos con mayonesa, salsa rosa o directamente sin aderezo. En su justa medida realza el sabor y es deliciosa. Aprovechar los corales del bogavante para el aliño es un punto extra de sabor, y las nueces además le dan un toque crujiente, inesperado en los platos que llevan marisco.

Naturalmente, podéis modificar las cantidades atendiendo a vuestras necesidades o preferencias; en nuestro caso supuso un entrante ligerito que ni siquiera habíamos planificado, para una comida de cinco personas. No fue mucha cantidad pero tampoco nos quedamos cortos. También podéis emplear otros mariscos en sustitución del bogavante: langosta (las que venden congeladas no están mal de precio) cigalas o langostinos e incluso gambas, teniendo en cuenta eso sí, que con estos últimos no podréis usar los corales en la vinagreta, que en mi opinión marca la diferencia en la ensadala. En resumen, que a vuestro aire.

Por otra parte, el maridaje que os proponemos es un alvariño fresquito pero, eso sí, no os paséis con el frío: sacadlo por lo menos cinco minutitos antes de beberlo. La gente abusa del frío en los vinos y muchas veces les mata el sabor. Nuestros favoritos, el clásico Valtea (ocho euros en Alcampo, como no) o el Abadía de San Campio, aunque ahora se han subido a la parra y está casi a diez.

¡Que lo disfrutéis!


miércoles, 18 de enero de 2012

Restaurantes In, restaurantes Out.

Hace mucho, mucho tiempo que Mr Plaza y yo hablamos de tener un blog para comentar las cosas interesantes con las que nos vamos encontrando porque somos los más cool.

En fin, sarcasmos a parte, pensamos que por lo menos, para opinar sobre comida y restaurantes sí que tenemos buen criterio y gusto. Justamente por eso hemos decido crear dos secciones llamadas "Los restaurantes que más molan" y "Restaurantes detestables" (esta sin acritud, ¿eh?) Procedemos a la inauguración de la primera.


LOS RESTAURANTES QUE MÁS MOLAN.
En esta categoría tan simplona, englobamos nuestros restaurantes favoritos empleando para su evaluación diferentes criterios: calidad-precio, disponibilidad y calidad del menú del día, originalidad de la carta, qué nos parecen los vinos que ofrecen, decoración, trato y eficiencia del servicio, además de la zona en la que se encuentran y sus posibilidades de ocio.

Se Fini:

Un sitio perfecto por muchas razones. La mayoría de los que nos conocéis, estaréis hartos de oir nuestras alabanzas constantes y cansinas. Nuestra historia con el restaurante es larga, y nos vuelven locos no sólo sus platos sino su actual ubicación en el Casco Vello. En el número 10 de la Calle Real (un poco antes del Uno Está, antiguo Casa Grande), a tiro de piedra de la Concatedral, Rúa Cesteiros y por lo tanto de la Plaza de la Constitución. De modo que tanto si trabajas por el centro, te vas de compras a Príncipe, o te apetece salir a tomar una copa y quieres cenar fuera, es una zona estupenda.

El local es amplio y cómodo, con mesas espaciosas y unos baños im-pe-ca-bles. En el de chicos la que os escribe no ha entrado, pero en el de señoras (además de estar inmaculado), la dueña siempre deja como atención a sus clientas una colonia suave con aromas cítricos y una cestita con algodoncillos, quitaesmaltes, lacas de uñas de colores, perfiladores de labios y productos de higiene íntma. Vamos, que te salva de más de un apuro.
Continuando con el local, tienen una miniterracita encantadora al fondo con mesitas diminutas y taburetes altos donde tomarte una caña y echar un cigarrillo, desde la que bajan unas escaleras que desembocan en su partio interior. Aunque pequeñito, es muy coqueto y estupendo para cenar o comer cuando llegan la primavera y el verano. También tienen una repisa de madera en la pared exterior, al lado de la puerta de entrada donde puedes tomarte un vino sin necesidad de estar en el interior.

Y yendo ya a temas culianarios, el Se Fini es la bomba. Primero, porque con cada consumición que hagas (una caña, un vino, un refresco) te invitan a una tapita de cortesía que muchas veces es una versión reducida de sus entrantes en carta. Siempre originales y en muchos casos recién hechas. Segundo, porque su menú del día es estupendo y muy abundante; la comida depende un poco de mercado, aunque como pasa con las tapas de cortesía de vez en cuando te topas con platos de carta. La última vez que estuvimos nos pusieron de primero un contudente plato sopero de crema de verduras y de segundo un filete a la brasa que se deshacía como mantequilla, acompañado de sus patatitas y una ensalada agridulce. Incluída va la bebida (si pides agua te ponen una botella grande), pan y postre o café. Creo que ronda los ocho-nueve euros, y si la memoria no me falla tienes la opción de tomarte solo un plato por cinco euros (que en muchos casos, es más que suficiente)

En carta hay entrantes como ensaladas (me temo que ninguna apta para veganos), tostas (de solomillo de cerdo con brie, de salmón con salsa tártara, de foie y pato, de hummus, de chistorra envuelta en una delicada espiral de patata...) El precio suele rondar los dos euros. Nuestros entrantes favoritos son los carpaccios (carne o pescado crudos, loncheados muy finamente y con algún aliño que los marina y los "cocina" un poco, de modo que si no te va lo crudo o los sabores potentes mejor pasa del tema). Los hay de ternera (con aceite, pimienta, sal, limón y parmesano rallado) y de cigalas o carabineros según disponibilidad, nuestro favorito, aliñado también con aceite, sal, pimienta, limón y... caviar de erizo. Fantástico. Gloria Bendita. Viviría sólo de carpaccio de cigalas si pudiera.

En los platos fuertes hay un poco de todo. Recuerdo con especial cariño las lágrimas de pollo a la mostaza con arroz basmati, los bocaditos de solomillo con foie, las brochetas tanto de carne como de pescado (creo que la de pescado es de rape y vieiras). También tienen una lasaña correctísima.

En cuanto a postres, destaco sin duda la crema de lima y la tarta de chocolate casera que se hacen dignas de cortarte encargando platos para dejarles un huequecillo. Con un café y un chupito, si es que vas de cenita y te permites una alegría constituyen un final de diez.

Lo cierto es que no domino mucho el tema de vinos de este restaurante por que la primera vez que fuimos pedimos el blanco de la casa (ocho euros la botella) y con él nos hemos quedado nosotros, y todos los amigos que hemos llevado. Es fácil de beber, suave, arómatico, tiene un color dorado precioso y no deja mala resaca (fijáos que caché tengo como enóloga). Recuerdo haber pedido en alguna ocasión ribera del duero, y haber quedado satisfecha, pero ni idea del nombre. Con todo, sospecho que la carta de vinos es completa.

Llegamos ya casi a la recta final, comentando que otra cosa que hace a este sitio guay son los menús especiales para grupos. Aparecen en la carta, y los hay de varios precios, creo que a partir de menos de veinte euros. Nunca he tenido la oportunidad de encargarlos, pero dicen que merecen la pena. Siguiendo con el tema precio, Mr Plaza y yo solemos gastarnos sobre 20 euros por persona si vamos a cenar, sin cortarnos de nada. Dos entrantes, dos platos principales, botella de vino, dos postres, dos cafés... y algún chupito.

Opciones de ocio:
En el Casco Vello siempre las hay. Uno puede tomarse una caña en locales como el Grettel, el Pasillo o el Bar Princesa. O vino en el Picadillo, Lume de Carozo, A curuxa... Si lo que buscas son locales en los que tomar una copa, de nuevo vuelven a servirlo en todos los bares de Plaza de la Constitución. O puedes tomarte un cóctel de cinco euros en el Uno Está. O copas a buen precio en el Porrón, la Barrica u otros pubs de la Calle Real y paralelas. Tú escoges.

En resumen... si no habéis ido aún ¿qué demonios hacéis leyéndonos?